Homenaje en la Universidad Nacional de Piura al Doctor Honoris Causa y Premio Nobel de Literatura. Mario Vargas Llosa y Miguel Godos Curay - Por: Marco Martos
Piura in Mario Vargas Llosa’s novels- (Universidad Nacional Mayor de San Marcos) marcomartos9@hotmail.com
- RESUMEN
- Mario Vargas Llosa escoge distintas porciones del territorio de América como escenario de sus obras de ficción. Dentro de sus múltiples opciones, Piura es, dentro del Perú, la zona privilegiada, pues varias de sus obras se desarrollan dentro de ese espacio geográfico. La ficción es para Mario Vargas Llosa una cristalización de todos los actos humanos, en este caso de los habitantes de Piura. A través de sus personajes Mario Vargas Llosa establece vínculos entre toda su obra ficcional. Los jefes, La casa verde y El héroe discreto muestran un permanente interés por la cultura del Perú.
- Palabras clave: Vargas Llosa; ficción; literatura peruana; Piura.
- ABSTRACT
- Mario Vargas Llosa chooses different parts of the territory of America as a place for his fiction. Within its multiple options, Piura isa privileged zone from Perú, since some of his works are developed into that geographical space. Fiction is for Mario Vargas Llosa a crystallization of all human acts, in this case of the inhabitants of Piura. Through his characters Mario Vargas Llosa establishes links between all his fictional works. The Cubs and other Stories, The Green Houseand The Discreet Heroshow a permanent interest in the culture of Peru.
- Keywords: Vargas Llosa; fiction; Peruvian literature;Piura.
- Introducción
- Mario Vargas Llosa es sin duda alguna el autor literario peruano más importante después de César Vallejo. Desde 1958 hasta este momento ha desarrollado su obra literaria como un vasto lienzo de novelas, cuentos, obras de teatro, ensayos, artículos periodísticos, que lo ha llevado a convertirse en el autor más importante del orbe hispano. Una sucesión de premios y títulos académicos muestra el aprecio del mundo de las letras por su descomunal obra. La obtención del premio Nobel de literatura en 2010 no ha hecho sin corroborar una opinión que los lectores de todo el mundo se habían hecho, mucho antes, de la excelencia de su escritura. El objetivo general del estudio es aumentar el corpus crítico de la obra de Mario Vargas Llosa, estudiando algunas de sus obras de ficción que tienen en común el que desarrollan parte importante de su transcurrir en Piura. Los objetivos específicos son estudiar las características de la prosa, su funcionalidad res-pecto de la materia narrada, vincular los textos con la concepción del mundo de su autor a través de los diversos personajes que aparecen y reaparecen en las distintas ficciones. Además, el estudio se propone hacer precisiones sobre el manejo del español del Perú de Mario Vargas Llosa y analizar los propios textos de Mario Vargas Llosa en los libros de ficción elegidos, los que escogen Piura como espacio propicio. La concepción de la novela en nuestro autor ha ido variando con el paso del tiempo, si al principio sostuvo la teoría de los “demonios interiores”, luego ha preferido desarrollar lo que ha llamado “la verdad de las mentiras”. En el primer caso privilegio la motivación escritural del autor y, en el segundo, el simple arte de contar. En las ficciones que estudiamos, Los jefes o La casa verde, prevalecen los personajes considerados rebeldes marginales. En El héroe discreto, los disidentes o antagonistas de la normalidad son más bien execrables.
- Piura en la obra de Mario Vargas Llosa es uno de los espacios privilegiados para el desarrollo de sus ficciones. Y los personajes que escoge, aquellos que son centrales en sus páginas, son emblemáticos, como aquellos llamados “los inconquistables” que personifican la valentía, pero también el machismo, la voluntad de vivir sin rumbo ni objetivos, y al lado hay personajes que se imponen misiones, que personifican –equivocados o no a la voluntad de poner orden en medio del caos, como el sargento Lituma que reaparece en varias novelas, o el sacerdote García que llevado por su pasión religiosa incendia el prostíbulo de la ciudad, o el pequeño empresario de la novela El héroe discreto que resiste al chantaje y quiere llegar al fondo de la verdad. Verdad siempre esquiva al esfuerzo de los seres humanos, como puede advertirse en otra novela de ambiente piurano: ¿Quién mató a Palomino Molero? Mario Vargas Llosa es, por estas novelas de ambiente piurano, seguramente el novelista más cercano al sueño de Honoré de Balzac, que se propuso en sus monumentales obras hacer una síntesis del comportamiento humano. Y eso lo advertimos con mayor certidumbre si insertamos todas las obras de ambiente piurano en un caleidoscopio más amplio y general: las ficciones totales de Mario Vargas Llosa que abarcan, sin excepción posible, todo el territorio nacional, como no lo había hecho ningún otro autor de ficción.
- Piura es un ambiente privilegiado en las obras de Mario Vargas Llosa. Varias de sus obras de ficción Los jefes, La casa verde, El héroe discreto, ¿Quién mató a Palomino Molero? se desarrollan en ese espacio. También Piura aparece en las obras de teatro del autor. Algunos de los personajes de Mario Vargas Llosa, circulan por sus obras de ficción, particularmente el sargento Lituma que aparece en tres novelas. La obra narrativa de Mario Vargas Llosa tiene una estructura acumulativa, caleidoscópica. La obra narrativa sobre Piura tiene esta característica. Abundan personajes que cumplen diferentes roles.
- I
- Hubo un tiempo ya lejano, en el que al estudiar a un escritor se asociaba, casi fundía, los hechos de su vida con sus poemas, cuentos o novelas. Estudiar la vida y obra un poeta o novelista o dramaturgo era lo natural. Solo con el paso de las décadas, los estudios literarios aprendieron a distinguir las diferencias entre las peripecias personales y las páginas literarias. Se puso de moda entonces lo que se ha dado en llamar la inmanencia del texto, de modo que solo las palabras que aparecían en las hojas escritas tenían sentido, sin considerar quién era su autor y hasta de las circunstancias históricas. A ese exceso sucedieron otros quefueron poniendo el acento sobre distintos aspectos del proceso creativo, por ejemplo, sobre el momento en que se escribe un texto, la llamada sociología de la literatura, o sobre el momento en que se lee, la llamada hora del lector. Ahora estamos curados de espanto. Sabemos bien que todo se juega en el texto, pero también comprendemos, gracias a Freud, gracias a Charles Mauron, que no se puede prescindir de la biografía para analizarlo, ni tampoco de las circunstancias históricas en que se produce, ni del momento en que se lee. Es con este espíritu que pergeñamos este ensayo sobre la importancia de Piura en la obra de Mario Vargas Llosa. Desde el punto de vista personal, Mario Vargas vivió en Piura en dos ocasiones, una en 1946, cuando fue estudiante del colegio Salesianos en el quinto año de primaria, y otra en 1952, cuando, en el quinto año de secundaria, fue alumno del colegio San Miguel, después de su voluntario retiro del colegio Leoncio Prado en Lima. Estas circunstancias le permitieron absorber las realidades que conocía y dar libre paso a su imaginación poderosa, transformando esas vivencias en un magma literario de gran calidad que le ha dado justa fama. Una primera observación general que podemos hacer es que esas realidades, tanto las de Piura, como aquellas del colegio militar en Lima, no aparecen en las obras literarias de Mario Vargas Llosa de la misma manera, en algunos casos, como en la novela La ciudad y los perros, las circunstancias personales que vivió el novelista son transfiguradas en la obra literaria, y en otras, como en la novela La casa verde, que una buena proporción transcurre en Piura, sencillamente no aparecen. Más bien, son las capas más profundas de la experiencia personal y cultural, aquellas que marcan una manera de ser profunda, más allá de lo anecdótico, y que podemos llamar de una manera general el espíritu de la gente de Piura, su manera de ser, de apropiarse de la lengua española y expresarla con los modismos regionales característicos, las que cobran un primer plano. Podría decirse, pues, que Mario Vargas Llosa alcanza una madurez definitiva con La casa verde, novela publicada en 1967.
- II
- El primer volumen que publicó Mario Vargas Llosa, su libro de cuentos Los jefes de 1958, llamó la atención de distintas maneras a los lectores y críticos, sobre todo por el ardor con el que esos personajes juveniles defendían sus posiciones fuesen las que fuesen, en algunos casos en oposición al poder, y en otros en las interminables rencillas de los adolescentes o de los adultos recientes. En años anteriores, como lo ha consignado el propio novelista en El pez en el agua de 1990, había sentido una gran admiración por Jean-Paul Sartre y por Albert Camus y, en ocasión de una visita fugaz a París, disfrutando de una pequeña beca, había intentado entrevistarse con ellos. Le fue imposible encontrar a Sartre que era protegido por una legión de allegados que procuraban poner dificultada todo el que quisiera conversar con él; más bien conversar con Camus fue algo que alcanzó por sus propios medios, pues leyó en los diarios sobre el estreno de una obra del célebre autor nacido en Argelia, se presentó en el teatro y pudo, al finalizar la puesta en escena, conversar con el admirado escritor. Camus se dio cuenta del origen hispano de su interlocutor y de inmediato cambió el francés en el que conversaban por el español. Lo sabía muy bien, pues su madre era española. Es curioso, pero esta visita a Francia, el deseo vehemente de conocer a dos afamados escritores a los que apreciaba de todo corazón, marcan, por así decirlo, dos de las líneas fundamentales del arte de Vargas Llosa, en lo que se refiere a los contenidos. En el aspecto formal ya se sabe de sus admiraciones, que son otras, Flaubert en el siglo XIX, Dos Passos y Faulkner en el siglo XX.
- Los personajes de los cuentos de Los jefes tienen más de Camus que de Sartre, al que seguiría en algunas de sus novelas. Son jóvenes que tienen por encima de toda consideración aquella que tiene que ver con el disfrute de la vida, se enfrentan unos con otros y también con los mecanismos del poder, con el poder mismo simbolizado precisamente por los jefes, uno de ellos, emblemático, el director del colegio San Miguel de Piura. Estos jóvenes son, como el célebre personaje de Camus, extranjeros en su propia tierra. Cuando el libro apareció, uno de los que lo juzgó fue Sebastián Salazar Bondy que tuvo la perspicacia de percibir que al Perú le había nacido un gran autor, pero no puso atención a los espacios en los que estos cuentos se desarrollan. Dice que Vargas Llosa ha elegido gentes y sucesos que aparecen en un nivel de altivez y ejemplaridad, jefes que asumen una tarea para todos los que, en la penumbra de la multitud o el grupo, transcurren sin relieve, sujetos por la timidez y la impotencia (Rodríguez Rea 40) Sebastián Salazar se detiene en la narración “Arreglo de cuentas” que relata un duelo. Nada más que eso. Dos rivales combaten –dice–en las afueras de un pueblo. Uno muere. El padre del vencido está ahí participando de esa fiesta terrible, y acata el trágico final sin penas. El clima es lo que importa, sombras y rencores, muerte y resignación, primitivismo y exaltación dionisiaca. Sin embargo, todo el libro Los jefes está ambientado en dos espacios diferentes, Piura y Lima y esa sería una constante que aparecerá en otros relatos como La casa verde o el libro de memorias El pez en el agua o la novela El héroe discreto. En los cuentos de ambiente piurano, tempranamente Mario Vargas Llosa logra eludir aquello que se ha dado en llamar el provincianismo, esa suerte de fidelidad mal entendida a lo particular que puede dificultar la lectura a los forasteros, que siempre son la mayoría, respecto a una comunidad. Es algo que todo gran escritor consigue, pero llama la atención que Mario Vargas Llosa lo lograse desde sus principios como escritor.
- III
- Sin duda, una de las novelas emblemáticas de Mario Vargas Llosa es La casa verde. Publicada en 1965, es un texto que no cesa de conmover y de ganar a nuevos lectores. En su momento de aparición causó desconcierto por su carácter fragmentario, porque las historias que se narran no son contadas de manera sucesiva, sino simultánea. Se pasa de una historia a otra sin respetar ningún orden cronológico; el tiempo, los tiempos, van y vienen saltando, de forma autónoma. La obra está dividida en cinco libros, cuatro de ellos numerados, y un epílogo. A final hay dieciocho capítulos numerados y cinco prologales, sin numeral. Cada capítulo significa un movimiento, un cambio de asunto. Sin embargo, la novela entera aparece ligada sutilmente, porque los espacios, que son fundamentalmente dos, la ciudad de Piura y la selva: Santa María de Nieva y la ciudad de Iquitos, aparecen como una continuidad por viajes de algunos personajes.
- Mario Vargas Llosa ha escrito:
- Es la historia de un burdel que había en Piura, que recuerdo mucho de cuando yo estaba en quinto de primaria. Era una casa verde, una cabaña, en medio del arenal de las afueras de la ciudad, en pleno desierto, al otro lado del río. Para nosotros los niños eso tenía un carácter fascinante. Naturalmente yo no me acerqué jamás allí. Pero es una cosa que se me quedó muy grabada. Cuando volví a Piura en quinto año de media, o sea seis años después, existía todavía, entonces yo fui allí... Era un burdel muy especial, un burdel de ciudad subdesarrollada. Era sim-plemente una sola habitación muy grande donde estaban las mujeres, y había una orquesta de tres personajes, un viejo ciego que tocaba el arpa, un guitarrista al que le decían el Joven y un hombre muy fuerte que parecía un catchascanista, un camionero, que tocaba los platillos y el tambor y que se llamaba Bolas. Como son personajes un poco míticos para mí los he conservado en la novela con sus nombres. Entonces entraban allí los clientes y salían a hacer el amor en la arena, bajo las estrellas. Es una cosa que no he podido olvidar nunca (Ensayos literarios749).
- Otras experiencias de Mario Vargas Llosa se suman a esa inicial: un viaje a la selva que hizo en 1958, donde conoció a Tushía, un japonés que ha dado el personaje en la novela que lleva el nombre de Fushía. La acción de la novela transcurre principalmente en dos lugares, en Piura y en Santa María de Nieva, y de modo menor en Iquitos. Montado en un asno, cruzando las dunas aparece un día en Piura un misterioso forastero de origen selvático: lacónico, hirsuto, curtido por la intemperie. Nadie sabe de dónde viene ni quién es. Un día causa la sorpresa de todos comprando un terreno en pleno arenal donde pronto se sabe que piensa edificar una casa. La gente piensa que la arena devoraría aquella mansión en poco tiempo, se la tragaría como a los viejos árboles podridos o a los gallinazos muertos. El forastero desdeña los consejos y construye su casa. Es una lucha que todos los piuranos contemplan. Don Anselmo hace trabajar a los albañiles durante el día, mientras el desierto por la noche perfila su labor de zapa. Daña los cimientos y entierra las paredes; las iguanas roen las paredes, los gallinazos arman sus nidos en la incipiente construcción y cada mañana hay que corregir los planos, reponer los materiales en un combate sordo que subyuga a la ciudad. El forastero triunfa. Levanta la casa y la pinta totalmente de verde. Casa de extravagante color y no menos estrambótica por la disposición de sus habitaciones: un espacioso salón en el piso de abajo y seis cuartos minúsculos en el de arriba. La expectación de los piuranos crece día a día. Van llegando los muebles, media do-cena de camas, seis lavabos, seis espejos, seis bacinicas. Las sospechas aparecen y son expresadas en voz alta por Jesús Santos García, sacerdote español, en la misa de doce de un domingo: “Se prepara una agresión moral a esta ciudad”. Pronto llegarán las mujeres jóvenes y don Anselmo se enriquece y se pasea orondo por la ciudad. Pese a las diatribas del padre García, la casa verde sobrevive a los anatemas. Los contrastes comienzan cuando llega al pueblo la desventurada Antonia, hija de unos viajeros asesinados por unos bandoleros una mañana en las dunas. Se le encuentra en la arena, tendida, más muerta que viva, con la lengua y los ojos arrancados por los buitres. La desdichada gana el corazón de los piuranos que la miman y compadecen. Una lavandera la recoge y hospeda hasta que un día desaparece. Empiezan a circular runrunes: ¿Ha sidoasesinada? ¿Ultrajada? Solo el tiempo resuelve las inquietudes. La ha raptado don Anselmo, quien enamorado de ella la ha instalado en un cuarto privado donde la ama y posee. La tragedia se produce cuando Antonia queda embarazada y a pesar de los cuidados del médico Pedro Zeballos, muere en el parto. El sacerdote Jesús Santos García, instiga al pueblo y lo encabeza para incendiar la casa verde. Don Anselmo, queda en la ruina, perdonado por la gente de su barrio, la misma que antes lo había condenado, va de chingana en chingana tocando el arpa en las noches interminables, hasta que una mujer que ha reconstruido la casa verde le da cobijo en ella. Esa mujer es su hija, la Chunguita, el fruto de sus amores con Antonia, la ciega que casi muere en el arenal.
- Junto a los personajes piuranos, o residentes en Piura, de esa manera dual que caracteriza a toda la producción de Mario Vargas Llosa, aparecen los personajes de la selva, el ambiente de Santa María de Nieva donde la india Bonifacia, arrancada de niña por las monjas de su vida de comunidad un buen día se escapa, se casa con un militar y vive una vida tranquila. Pero el sargento Lituma, uno de los personajes más entrañables de la ficción, se ve mezclado en una muerte y Bonifacia termina en el prostíbulo. Otros personajes atractivos para el lector son Fushía, que vaga por las profundidades de la selva como aventurero, Jum, un personaje que lucha contra los caucheros, enemigos de su pueblo aborigen. Podemos sacar una conclusión inicial que se enriquece con la lectura de toda la obra del consagrado novelista. Vargas Llosa ha movido su pluma por todos los espacios de la geografía peruana, costa, sierra y selva, pero los lugares en los que se mueve con mayor comodidad son la zona de Piura, la selva y la ciudad capital, Lima. La multitud de personajes de La casaverde, abigarrada y disímil, tiene secretos hilos entre sus personajes, como los tiene Balzac en su obra fundamental. Así como hay personajes emblemáticos que aparecen en la novela y luego no vuelven a ser mencionados, hay otros que aparecen y reaparecen en otras obras de ficción. Uno de ellos es el sargento Lituma, uno de los personajes favoritos que reaparece en otras de ficción. En La casa verde, pese a todas las desdichas que se narran, queda en sus páginas memorables un aroma de vitalidad, los personajes se mueven de un lado a otro y van dejando su silenciosa verdad: la vida vale la pena, hay que vivir , aunque fuera “de barriga” como lo dijo en uno de sus versos célebres César Vallejo.
- Con La casa verde Mario Vargas Llosa ha entregado a sus lectores una vigorosa obra de ficción que se interna en los meandros de la sociedad patriarcal. La misma casa verde en medio del arenal es un símbolo fálico que rinde culto al deseo, despojado de los afectos, de los clientes que van naturalmente a satisfacerlo con las “habitantas” como dice el novelista. El sacerdote Jesús Santos García es en la ficción el representante de la voz de la iglesia militante, que encabeza un movimiento que termina incendiando el prostíbulo. Pero la casa verde tiene algo de inocencia, es el lugar de la permisibilidad, de los sueños, de la libertad, para los clientes por supuesto, y no para las muchachas que se ven obligadas a canjear sexo por dinero para poder vivir. El prostíbulo tiene todas las condiciones para ser mitificado, como se ha dicho, desde siempre es un lugar unido al templo y a los ritos sexuales de la iniciación y la fecundidad, ahí los hombres descubren su condición única, sometida al tiempo y a la muerte, al éxtasis y la caída sexual. Los mangaches idealizan su particular edén y no recuerdan bien si el fuego que devastó la primera casa verde fue verdadero o solo se trataba de una historia que corrían para molestar al sacerdote García que, como si todavía estuviese vigente la contrarreforma, demonizaba ese pedazo de naturaleza montaraz que evocaba al primitivo Dionisio, con su pata de cabra, danzando ebrio en los ritos de la fecundidad.
- IV
- No ocurre con frecuencia que un novelista nos narre cómo escribió su obra de ficción. Sin embargo, en el caso de La casa verde, Mario Vargas Llosa lo hace en 1971 con su libro Historia secretade una novela. Lo que sacamos en limpio de la lectura de este texto es que para un autor la novela es un acto de escribir para exorcizar los demonios que atormentan y obsesionan al escritor. El argumento de muchas de las novelas de nuestro autor nace de las experiencias personales, vividas, oídas, leídas o soñadas, que luego se mezclan con elementos ficticios que será imposible se-parar. Este ensayo muestra que por lo menos esta novela surge en el magín del autor imponiéndose con fuerza natural, obligándolo a contar. El antiguo furor divino que acosaba a los poetas griegos va acompañado de un largo trabajo de investigación para recrear escenarios, de arduas disputas con el estilo para conseguir el tono de escritura buscado. Como queda dicho, La casa verde se desarrolla en dos espacios, Piura, asociada con la civilización, el mar, el color amarillo, y Santa María de Nieva, que representa la selva, el mundo primitivo, el color verde. Aunque no está en el libro y nadie lo ha dicho hasta ahora, la construcción de la casa verde por don Anselmo, personaje de la selva en los arenales de Piura, muestra la irrupción de lo primario, lo ancestral, lo genético, en lo organizado y moderno, aunque esa modernidad tenga lugar en una ciudad de un país del tercer mundo como Piura. Vargas Llosa vivió en Piura en dos ocasiones, cuando tuvo nueve años y luego a los dieciséis. Los recuerdos de esas largas estancias quedaron grabados a fuego en su memoria, como el prostíbulo que representaba un misterio durante su primera estancia y que pudo frecuentar durante la adolescencia, y la Mangachería, barrio emblemático de la ciudad. Santa María de Nieva surge del recuerdo de una expedición por el Perú amazónico que impresiona al novelista al descubrir una realidad del Perú antes desconocida para él. Las formas de vida que allí conoce, con su violencia e injusticia permanecerán vívidas en su memoria y tres de ellas, las que más le impresionaron, aparecen en La casa verde: la misión de las monjas que educaban a las niñas haciéndolas odiar sus raíces, la violencia ejercida por el ejército contra un pueblo que se propone crear una cooperativa y la historia de un japonés que se instala en la selva, Fushía, y forma un ejército de saqueadores sembrando el miedo entre los aborígenes.
- Mario Vargas Llosa al principio concibió dos novelas separadas, pero como las historias se le mezclaban en su imaginación juzgó indispensable escribir una sola, amplia en extensión y en contenidos. Así mismo, esa casa verde piurana se convierte enos casas en la novela:una casi irreal, mítica solo hasta cierto punto, pues a los prostíbulos en Piura, situados en los arenales, se les conocía por los colores con los que estaban pintados y se decía “el verde”, “el rosado”;y otra, la casa verde que corresponde a sus dieciséis años, donde liban y fornican los mangaches.
- Un aspecto muy interesante del ensayo es la creación del personaje don Anselmo que tiene una historia cercana al folletín. El novelista decide crear una voz cercana a la del propio Anselmo que representa hasta cierto punto la conciencia de la Mangachería, logrando así una voz mítica para su historia. Una tarea muy compleja fue recrear el mundo de la selva, por desconocimiento de la zona. La historia del poblado indígena y de su alcalde torturado por querer crear una cooperativa, que iba a ser una de las principales, se convierte en secundaria, contada por boca de testigos; la historia queda mejor concebida con este recurso de intermediación. En esta fase de la creación novelística, el autor decide realizar más viajes a la selva para completar sus historias ya que los libros no eran fuente suficiente. Encontrar los puntos de contacto entre estos dos mundos aparentemente alejados, Piura y Santa María de Nieva, fue una tarea central de la concepción novelística. Personajes como el sargento Lituma o Bonifacia, la niña aguaruna, que aparecen en los dos escenarios, son un hilo unificador de todas las historias. El personaje central, sin duda, es don Anselmo, de quien no conocemos con precisión su origen, que no tiene un acento identificable y tiene preferencia por el color verde. La tesis de Mario Vargas Llosa de que las novelas se escriben con obsesiones y no con convicciones se matiza a lo largo del ensayo pues el autor busca información sobre los temas que quiere tratar y va intentando diversas formas de contar la misma historia, no limitándose a la tarea de exorcizar sino realizando un trabajo consciente. Y así es como ocurre finalmente en toda creación literaria. La musa divina tiene su lugar en los comienzos, pero luego cede su lugar al trabajo artesanal.
- Vargas Llosa relata los sentimientos encontrados que lo llenan a la vuelta de su primer viaje a la selva: indignación por el atraso, la violencia de esa realidad, pero la alegría de haber encontrado un material bueno para contar. Interpreta esos sentimientos como una revelación de la naturaleza de la literatura, que se sirve de la infelicidad humana para relatar mejor sus historias. Si la violencia es uno de los motores de la ficción de Vargas Llosa, otro es lo que él llama “los cráteres activos”, la enorme cantidad de acciones de gran intensidad que se suceden. Son ellas la fuerza de las novelas de Mario Vargas Llosa y La casa verde es uno de sus brillantes primeros ejemplos.
- V
- A lo largo de toda su producción literaria, Mario Vargas Llosa aquí y allá va subrayando la presencia de Piura en su magín, y esa región del Perú aparece aquí y allá en sus escritos. Ocurre por ejemplo en su novelade corte policial ¿Quién mató a Palomino Molero? Sin duda, todo lector contemporáneo conoce el género policial, nacido de las manos prodigiosas de Edgar Allan Poe en 1841 cuando publicó Los crímenes de la calle Morgue. La investigación policial sustituye la intuición por el raciocinio en literatura y esa es la norma en toda la tradición literaria en el siglo XX en este tipo de relato que se ha dado en llamar la novela negra. Sin duda que la novela policial, tal y como se ha desarrollado en Occidente, es un subgénero si la comparamos con los logros que se buscaron considerándolos como el máximo esfuerzo de un novelista: la llamada novela total, como los aportes de John Dos Passos con su novela Manhattan Transfer de 1925. Como lo han observado numerosos críticos, Mario Vargas Llosa ha considerado a la literatura, a toda la literatura, como un episodio para explorar y sin duda ninguno de sus rincones deja de ser interesante para visitar, escudriñar, y apropiárselo. Y eso es lo que hace con el género policial. Sin duda Vargas Llosa conoce bien a los maestros del policial norteamericano: Samuel Dashiell Hammett, Raymond Chandler y Ross Macdonald, tres maestros muy populares durante décadas. Y tiene la idea de trasladar el policial norteamericano al Perú, solo que el foco del interés varía, la investigación del crimen es suficientemente interesante para convocar la atención del lector, pero no es el objetivo central del novelista que se centra en ofrecernos una novela de ambiente, Amotope, Talara, dos lugares piuranos, y sobre todo aprovecha para delinear detalles de la personalidad de uno de sus personajes favoritos a lo largo de toda su producción: el sargento Lituma. No es muy sabido el hecho de que Mario Vargas Llosa conoció y trató en Piura en 1952 al capitán retirado César Lituma, nacido a principio de siglo en Huancabamba, que alternaba con los profesores del colegio San Miguel. Desconocemos qué peripecias reales de ese militar pasaron directamente a la pluma de Vargas Llosa, pero sí sabemos que al novelista le cayó en gracia el amigo de sus maestros y los podemos imaginar comiendo un cebiche con clarito en alguna chichería de los arenales, atendidos por las privadoras, las azafatas de ese tiempo, de deslumbrante belleza lugareña. Lituma, el sargento Lituma aparece por primera vez en La casa verde, es el esposo de Bonifacia, la muchacha aguaruna que crían las monjas en Santa María de Nieva y que consigue con él una momentánea felicidad. El matrimonio en la práctica se disuelve por una injusta acusación contra Lituma y tiempo más tarde encontramos a Bonifacia en el prostíbulo de Piura y al propio Lituma en esos cálidos arenales. En ¿Quién mato a Palomino Molero?, Lituma participa en la investigación del crimen y en Lituma en los Andes es el personaje protagónico. La vemos reaparecer, una vez más, en El héroe discreto. Siempre se ha señalado la cercanía de Mario Vargas Llosa con Flaubert. Justo es decir que las galas del estilo los hace cercanos, pero la concepción de la novela misma le viene a Mario Vargas Llosa de Balzac, ese arte de hacer, finalmente, una gran novela a lo largo de toda la vida a la que se van agregando personajes y otros como Lituma se pasean por toda la obra con menor o mayor protagonismo. El conjunto de la obra de Vargas Llosa es, a nuestro juicio, con sus torrentadas y sus meandros, equiparable al esfuerzo de Balzac en La comedia humana. Una suma, sin prisa y sin pausas, de la experiencia humana trasladada a la literatura. Si aceptamos este punto de vista, las grandes novelas como La casa verde, Conversación en la catedral o La guerra del fin del mundo son expresión depurada de un gran río de belleza y de palabras, que tiene sus épocas imponentes, y otras de aguas y palabras específicas, focalizadas en un tema o asunto particular, uno de los cuales es la investigación policial. En la novela que convoca nuestra reflexión, la acción comienza con el descubrimiento de un cadáver, un hombre asesinado, y la historia tiene apariencia de lineal y centrada en la búsqueda del criminal o de los criminales de un joven avionero. Los datos se van ofreciendo al lector de manera natural, sin embargo, hay una dosis de suspenso que solo un maestro del arte narrativo puede ofrecer. Vargas Llosa nos va ofreciendo un fresco de la sociedad, la manera de pensar de cada uno de los personajes principales y traza un cuadro muy preciso de la discriminación racial. Sin embargo, todos los personajes enmarañan de tal manera la trama, aportan datos contradictorios, que la solución del crimen queda un poco apartada del foco de la narración. Queda claro, si así puede decirse, que el teniente Dufó asesinó al avionero Palomino Molero, pero el resto son sombras. Parece ser que cumplía órdenes del coronel Mindreu, que a su vez entra en contradicción con las versiones de su hija y tal vez sufra de delusiones, como dice en un momento el propio Lituma, que, si bien secunda al teniente Silva, lo opaca por su perspicacia, su olfato policial. Silva tiene un rasgo insólito, se siente atraído por doña Adriana, una dama casada, entrada en carnes y que resiste el asedio del impetuoso galán que resulta apaleado.
- En la novela Lituma en los Andes de 1993, que mereció el Premio Planeta, el tema policial que está llevado principalmente por Lituma sirve de marco a un trenzado temático que abarca las misteriosas desapariciones que ocurren en el pueblo de Naccos, numerosos episodios protagonizados por Sendero Luminoso y una historia de amor entre Tomasito y Mercedes. De ellas solo la historia de las desapariciones es de naturaleza policial. En las largas apariciones de Lituma, en sus evocaciones de lo perdido, aparece siempre Piura, la ciudad de los algarrobos y los arenales.
- VI
- Ocurrió en 2013. Mario Vargas Llosa, premio Nobel de literatura en 2010, dio a conocer su novela El héroe discreto que, como suele suceder en estos casos, llamó profundamente la atención de críticos y lectores. A las ediciones en lengua española se fueron sucediendo traducciones a distintos idiomas y de inmediato la novela se integró al caudal de lo que parecía indispensable leer. Sin embargo, con el transcurrir de los meses, también por problemas de distribución de la obra, un manto de silencio empezó a cubrir la obra, hasta convertirla, tempranamente en una de las menos leídas del célebre autor. Si hacemos abstracción del asunto de distribución que se debe fundamentalmente al cambio de razón social de la casa editora, pero que tiene una influencia grande en la circulación del volumen, no puede dejar de advertirse un cierto desencanto de la crítica frente a la, en ese año, reciente obra del escritor arequipeño. Y las razones, dichas o calladas, tienen que ver con la expectativa que un escritor derga data y consagrado por los premios literarios más importantes del mundo genera en los lectores de todo rango, como si siempre tuviera que estar ofreciendo obras de gran aliento y calidad. Se ha hecho una opinión consolidada decir que Mario Vargas Llosa tiene algunas novelas fundamentales como La ciudad y los perroso, Conversación en la catedral, al lado de las cuales otros trabajos narrativos suyos empalidecen en su concepción y en sus logros. Tal manera de pensar nos parece fundamentalista y se ha repetido al juzgar a grandes autores desde Homero hasta nues-tros tiempos. Vargas Llosa es un escritor de raza, como Balzac y sus escritos pueden leerse como una sinfonía de palabras. Cada una de las páginas de ficción que escribe tiene un valor en sí misma y otro valor agregado por pertenecer a un conjunto armó-nico. Eso es precisamente lo que sucede con El héroe discreto, la novela de la que nos ocupamos en estas cuartillas que puede leerse como una novela independiente o como parte del gran fresco que está constituido por el conjunto de ficciones de nuestro premio Nobel de literatura.
- Como había ocurrido en El pez en el agua, el texto narra-tivo está dividido en dos grandes apartados que solo al final de la novela se juntan en una sola argamasa. Se trata de la historia pa-ralela de dos personajes disímiles, de un lado,Felícito Yarlequé, pequeño empresario de Chulucanas, Piura, que es extorsionado, y de otro, Ismael Carrera, un exitoso hombre de negocios, dueño de una aseguradora en Lima, quien realiza una sorpresiva ven-ganza contra sus dos hijos holgazanes que desean verlo muerto. Ambos personajes se parecen y tienen sus peculiaridades. Son rebeldes a su modo, quieren hacerse cargo de sus propios destinos y poner su propia cuota en lo que les ocurre. Mientras Ismael desafía todas las convenciones de su clase, Felícito se aferra a unas pocas máximas para enfrentarse al chantaje.No pueden ser propuestos como modelos, como hombres justos en todos sus ac-tos, pero sí como justicieros, pues están por encima de las mezquindades de su entorno, para vivir según sus ideales y deseos. Antiguos conocidos del mundo vargasllosiano aparecen en estas páginas: el sargento Lituma y los inconquistables, don Rigoberto, doña Lucrecia y Fonchito, todos moviéndose en un Perú bastante diferente al de otras novelas del autor. Los editores han calificado al libro como un texto lleno de humor, con elementos propios del melodrama, donde Piura y Lima ya no son espacios físicos, sino reinos de la imaginación poblada por los personajes.
- Todo lector preocupado por el uso del lenguaje puede observar, sobre todo si es peruano, la frecuencia de la utilización de vocablos de nuestro país en las novelas de Vargas Llosa. Una pri-mera observación, con la que es difícil disentir, es que en sus primeros escritos nuestro novelista utiliza una profusión de los llamados “peruanismos”, es decir vocablos del español del Perú. Este fenómeno ocurre principalmente en sus primeras novelas. La utilización de vocablos de nuestro país, diferentes a los que son de la lengua general, disminuye progresivamente a lo largo de toda su obra, pero, manteniendo esta tendencia general, tiene pequeños picos cuando la obra vuelve a tener como escenario a nuestra patria como ocurre en Lituma en los andes. En la novela que ahora estamos observando vuelve la profusión de términos del Perú, aunque no en la cantidad que aparecía en los primeros escritos, esta vez con un rasgo distintivo peculiar, la mayor parte de las palabras que aparecen pertenecen al léxico de Piura, en especial la exclamación “che gua”, sobre la que cabe hacer una observación muy de detalle. Se trata de una expresión onomatopéyica, usada con frecuencia en la lengua oral de Piura. Vargas Llosa la presenta en todos los casos tal cual: “che gua” y esa es una simplificación de su uso. Los piuranos usan “gua” con más frecuencia y “che gua” solo en algunos casos. Solo cuando la admiración es excesiva, o la sorpresa, aparece ese par de exclamaciones.
- En los primeros tiempos de su escritura, Mario Vargas Llosa tuvo, sin duda, un objetivo ideológico, ensalzar a los rebeldes y a los marginales. Tal actitud se mantuvo con pocas variaciones en sus novelas más importantes de la primera mitad de su magnífica obra literaria, principalmente en La ciudad y los perros, La casa verde, Conversación en la Catedral, La guerra del fin del mundo, y reaparece, en la novela posterior La fiesta del chivo. Los temas escogidos y el punto de vista en que se situaba el narrador, y desde el punto de vista psicológico, la edad del propio autor, contribuían a esta actitud. Ganador del premio Nobel de Literatura en 2010, enfrentado a un alud interminable de elogios y habiendo cambiado en las últimas décadas su punto de vista ideológico, Vargas Llosa esta vez escribe una novela no muy ambiciosa, pero que toca una vez más al tema del poder, no tanto en la sociedad en su conjunto, sino al poder en el seno de dos empresas familiares, una de un cholo “chulucano”,es decir, natural de Chulucanas, Piura, y otra de un hombre acaudalado, residente en Lima que enfrentan situaciones de riesgo. Ambos están instalados, si así puede decirse, en sus respectivos papeles, mientras Felícito Yarlequé dirige “Narihualá”, una empresa de transportes en la ciudad de Piura, Ismael Carrera es el propietario de una empresa aseguradora, que, para librarla de la voracidad de sus hijos, decide venderla, al tiempo que contrae matrimonio con la joven Armida que le había servido como ama de llaves. Yarlequé recibe unos misteriosos mensajes que, firmados por un dibujo de una araña, le exigen, a modo de chantaje, colaborar con dinero con el anónimo firmante. El relato, por partes tomando recursos de la novela negra, permite la reaparición de algunos personajes conocidos por su participación descollante en otras obras de ficción como el sargento Lituma o los inconquistables. Solo que aquí son figuras menores que ayudan a la espesura de la trama. Yarlequé tiene todas las virtudes de un personaje popular emprendedor y solo un defecto que lo lleva a la debacle personal: alejado amorosamente de su propia esposa Gertrudis, tiene una amante, Mabel, a la que llega a querer como un adolescente. El capitán Silva y el sargento Lituma, con suma habilidad, logran descubrir que los culpables de las amenazas y del incendio que destruyó las instalaciones de Transportes “Narihualá” estaban en el propio entorno familiar.
- Si leemos transversalmente la novela podemos decir, una vez más, que trata del poder, de las intrincadas relaciones familiares respecto de su consecución, y trata también de que los lazos de sangre están debilitándose en la sociedad contemporánea, pero trata también de el conflicto entre generaciones y la conclusión es sombría: en ese enfrentamiento son los provectos y valetudinarios los que llevan la razón. Pareciera que este efecto final que emana de las propias páginas de la novela no fue calculado por el propio autor. No importa. Las palabras siempre dicen más que lo que piensan aquellos que las emiten y eso vale en todos los casos.
- BIBLIOGRAFIA Libros citados en el texto
- Armiño, Mauro.Parnaso. Diccionario Sopena de Literatura. Tomo I. Autores españoles e hispanoamericanos. Barcelona, Ramón Sopena, 1972.
- Rodríguez Rea, Miguel Ángel (editor).Mario Vargas Llosa y la crítica peruana.Lima, Universidad Ricardo Palma. Editorial Universitaria, 2011.
- Vargas Llosa, Mario.El héroe discreto. Alfaguara, Santiago de Chile, 2013.
- Vargas Llosa, Mario. Narraciones y novelas. Madrid, Galaxia Gutenberg, 2014. Referencias bibliográficas primarias
- Vargas Llosa, Mario. “La novela”. Conferencia pronunciada en el Paraninfo de la Universidad de la República Venezolana, 11 de agosto de 1966.
- Vargas Llosa, Mario y García Márquez, Gabriel. La novela en América Latina: diálogo. Lima, Universidad de Ingeniería,1967.
- Vargas Llosa, Mario. Historia de un deicidio. Barcelona, Barral Editores,1971.
- Vargas Llosa, Mario. Historia secreta de una novela. Barcelona: Tusquets, 1971.
- Vargas Llosa, Mario. Ensayos literarios.Barcelona,Galaxia Gu-tenberg,2001.
- Vargas Llosa, Mario. El viaje a la ficción. Lima, Alfaguara,2008.
- Vargas Llosa, Mario. Narraciones y novelas. (1959-1967). Barcelona,Galaxia Gutenberg,2009.
- Vargas Llosa, Mario. Novelas. (1969.1972).Barcelona,Galaxia Gutenberg,2004.
- Vargas Llosa, Mario.Novelas y teatro.(1981-1986). Barcelona,Galaxia Gutenberg,2009. Vargas Llosa, Mario. Novelas y teatro. (1987-1997).Barcelona,Galaxia Gutenberg,2009. Vargas Llosa, Mario. El héroe discreto.Santiago de Chile, Alfaguara,2013.
- Referencias bibliográficas secundarias
- Angvik, Birger. “La teoría de la novela de Mario Vargas Llosa y su aplicación en la crítica literaria”. La narración como exorcismo. MarioVargas Llosa. Obras. (1963-2003). Lima, Fondo de Cultura Económica,2004, pp. 21-52.
- Cano Gaviria, Ricardo. “Situación de Mario Vargas Llosa en la nueva literatura latinoamericana”. El buitre y El ave Fénix, conversaciones con Mario Vargas Llosa. Barcelona, Editorial Anagrama, 1972, pp. 113-185.
- García Márquez, Gabriel y Vargas Llosa, Mario. La novela en América Latina: diálogo. Lima, Universidad Nacional de Ingeniería,1991.
- Garrido Domínguez, Antonio. Teorías de la ficción literaria. Madrid,Arco Libros,1997. Garrido Domínguez, Antonio. Narración y ficción. Literatura e invención de mundos. Madrid, Iberoamericana, 2011.
- Genette, Gérard. Ficción y dicción.Barcelona, Editorial Lumen,1993.
- Oviedo, José Miguel. Mario Vargas Llosa. La invención de una realidad. Barcelona, Barral editores,1997.
- Pozuelo Yvancos, José María. Poéticas de la ficción. Madrid, Editorial Síntesis,1993. Rodríguez Rea, Miguel Ángel (editor).Mario Vargas Llosa y la crítica peruana. Lima, Universidad Ricardo Palma,2011.
- Schaeffer, Jean-Marie. ¿Por qué la ficción? Madrid, Ediciones Lengua de Trapo, 2002. Schwalb, Carlos. La narrativa totalizadora de José María Arguedas, Julio Ramón Ribeyro y Mario Vargas Llosa. Nueva York, Peter Lang Editores,2001.
- Sobrevilla Alcázar, David. “Las concepciones novelísticas de Mario Vargas Llosa”. Mario Vargas Llosa y la crítica peruana.Miguel Ángel Rodríguez (ed.). Lima, Fondo Editorial de la Universidad Ricardo Palma, 2011.
- Villanueva,Darío. Las fábulas mentirosas. Lectura, realidad, ficción.México, Universidad Autónoma de Aguascalientes, 2008.
- Williams, Raymond. Otra historia de un deicidio. México,Taurus,2001.
PURO PIURA : historia piurana para todos
UN BLOG QUE REUNE TEXTOS SIGNIFICATIVOS DE LA HISTORIA DE PIURA DIRIGIDOS ESPECIALMENTE A ESTUDIANTES Y DOCENTES COMO UNA CONTRIBUCION AL FORTALECIMIENTO DE LA IDENTIDAD REGIONAL
sábado, 23 de agosto de 2025
PIURA EN LA OBRA NARRATIVA DE MARIO VARGAS LLOSA
viernes, 20 de diciembre de 2024
GENIO Y FIGURA DEL PIURANO
Por: FEDERICO EDMUNDO VARILLAS CASTRO (Piura, 2022- Piura, 05.08.2014) PRIMER FESTIVAL DEL LIBRO SANMIGUELIN0-1965
I. Cuando pensamos en el ser humano que desde centurias puebla este bendito trozo de la Patria Peruana, que orgullosamente llamamos Piura, y reparamos en el estado cultural por el que atraviesa, a pesar de sus acelerados pasos en los últimos tiempos e incitados por esta situación no nos conformamos por su comportamiento, máxime si de inmediato confrontamos su modo de ser con su estadio de progreso y encontramos ciertamente que no hay correspondencia entre el hombre y su momento actual.
Los poetas Federico Varillas y Armando Arteaga (Foto: Tierra Ignea) |
Bien sabemos que Piura, como toda la nación, está en el tipo de pueblos hoy llamados sub-desarrollados, lo que, en general, se caracterizan por la sujeción de la economía a un régimen puramente extractivo y no transformador de la producción, con la consiguiente secuela de anomalías y defectos para el normal mantenimiento y desarrollo de la población.
Al correlacionar el hombre con su producción y la cultura, advertimos con dolor, el lamentable desajuste, una penosa desarmonía, como si el piurano no percibiera la integridad del fenómeno socio-económico del que es actor, o como si pasivamente se dejara arrastrar por los acontecimientos y se sorprendiera de repente de la vastedad de la transformación en que vive.
Importa, por tanto en grado sumo, incidir, si no calar, en los contornos de su genio y su figura; y no con el ánimo exclusivo de retratarlo y fijarlo para la historia, sino con la noble y pertinaz esperanza de penetrar en la esencia de su carácter, para bien de la colectividad.
Sin alardes de sociólogo y muy lejos de la actitud pedante del falso sicólogo, reconociendo nuestras limitaciones, ensayamos con sinceridad y con amor una panorámica visión del comportamiento del piurano, vástago de una por mil razones noble progenie.
II. Corriendo el riesgo de que no falten timoratos que reciban este concepto como apresurado o impropio para decir lo menos, debemos afirmar que el piurano es un tipo humano sui géneris, que tiende a mirar el mundo, y de hecho así lo mira, con el rasero de las comparaciones.
En la generalidad de los casos, procede en forma silvestre, natural, pero en algunos, y no pocos, con visos de disimulo consciente y hasta bien cultivado, no reparando, al concluir su razonamiento y finalmente expresarlo en un símil, en la esencial circunstancia de que el término de comparación empleado haya sido pertinente, ni dando importancia posteriormente al resultado.
Mira, y establecida mentalmente la comparación, con rapidez asombrosa, habla expresándola, no siendo, por supuesto, el fruto de este razonar el mejor camino para entenderse en el mundo.
Pudiendo lucirse en un sincretismo digno de elevadas y esclarecedoras empresas dialécticas y discursivas, se aplica, consume y pierde en un juego intranscendente ya que no busca ni persogue la penetración y el ahondamiento en las cosas y fenómenos en forma deliberada, aunque a veces, sin presentirlo ni quererlo, las perciba y ubique en su más o menos correcta valoración.
Ahora bien, en virtud de que compara? Mejor dicho, porque compara? ¿Qué lo impulsa a comparar? I a comparar así, porque sí, sin habérselo propuesto, sin previa discriminación, sin plan ni finalidad alguna: sin necesidad? No puede decirse que un ínsito afán de cultura o de conocimiento. Pues, de ser así las cosas ya seríamos un pueblo de sabios. En verdad ninguna razón valedera le asiste para actuar de tal modo, ya que funciona bajo el signo del capricho, si de alguna manera hay que llamar al determinante de esa conducta. I el capricho es una gran razón. Los piuranos la llaman la GANA, la REAL GANA o la REGALADA GANA, o el GENIO el PURO GENIO, como con propiedad se expresan nuestros serranos antes sus ímpetus irrefrenables.
Se destaca y objetiviza de esta manera un rasgo típico de nuestro carácter: la ARBITRARIEDAD.
En sus acciones y omisiones, y en sus pasiones, en sus hechos y enjuiciamientos, en la vindicta como en ensalzamiento, en el perdón como en el premio, en la presencia como en el olvido, mal que nos pese, el piurano tiende hacia la arbitrariedad, actúa arbitrariamente.
Puede suceder que la arbitrariedad resulte desfavorable al mismo actor o prohijador, pero, a la larga, a nadie le importa, dándose incluso el fenómeno de la arbitrariedad tolerada y hasta consentida.
Bien observada, la arbitrariedad parece causar placer en el propio responsable, lo que no significa un navegar general en lo morboso. Pero lo cierto es que pocos se preocupan de no incurrir en ella, y nadie prtende curarse de su atractivo. I, antes, al contrario, se tiene la impresión de que su realizador se deleitara, diciéndose, él, y no siempre en la intimidad o la sordina, sino en alta voz y en procura de auditorio, que en la repetición está el gusto, que en buena cuenta deviene en el regusto de la arbitrariedad.
Como al incurrir en un comportamiento arbitrario, o realizar arbitrariedades, en poco o en nada se considera, y menos se consulta, el pensar ni el sentir de los demás, antes de caer en entredicho y ser acusado, el arbitrario se adelante y no repare en publicar jactanciosamente aladear de sus reales o imaginarias virtudes, y, si a menos viene, de sus posible o efectivos defectos y vicios siempre que esto lo distancie un poco de los otros, en el supuesto de que el alarde o la jactancia elevan y dan jerarquía,
Se infiere de esta actividad que el piurano, expresa o tácitamente, se estima y pinta, él mismo, como hombre listo, avisado, y, en mal disimulado tono de humildad, se sienta, como dice en el lenguaje vulgar un tipo “vivo”.
Empero, creerse listo, implica, en el fondo, supervalorarse y menospreciar a los demás, despreciarlos. Significa estimar que el resto del mundo, menos nosotros, menos cada uno de nosotros, está constituido por una celestial cáfila de tontos, por una mansa y fácil grei, exprofesa y exclusivamente preparada para servir como víctima propiciatoria de nuestras “geniales” vivezas.
De este enfoque se desprende el hecho de que a nadie importa, interese ni llame la atención, en su esencia , propósitos y consecuencias, lo que piensan los demás de sus actos, puestos de esta manera en el gratuito predicamento de personajes de proezas, malogrado éstas sean simples sean simple y efectivamente imaginadas, y aunque en realidad el actor mismo esté absolutamente seguro De que nadie, ni a medias ni a pie juntillas de crédito aló y responsablemente referido con tanta insistencia que más que certeza suscita dudas y desconfianzas.
Si alguien intencionadamente o sin ningún propósito incurre en el delito de formular dudas y manifestar su incredulidad ante los hechos y dichos el arbitrario nada impide que esté de inmediato acuda el recurso de las pruebas tanto más numerosas que el propio invoca ante en fin de cuentas y para el caso la cuestión fundamental no reside en que se acepte y créanlo pretendido por el arbitrario sino en que éste 30 a todos sin excepción alguna se mantenga firme en lo que sostiene.
Mantenerse firme en lo dicho o sostenido o realizado, bueno o malo es quedar bien. Vale decir: QUEDAR BIEN es mantenerse en el capricho, en la arbitrariedad, aunque se barra a quien se cruce en el camino o lo barran a uno mismo. Quedar bien, en suma; equivale a quedar bien como hombres.
La firmeza en el comportamiento deviene así en señero signo de hombridad. De aquí que el común de las gentes, sin examinar el fondo del comportamiento, deteste al voluble, desprecie al inestable.
La firmeza en el comportamiento, además, hay que exhibirla, hay que lucirla con lo cual se da tinte a esa forma de la vanidad llamada “PALANGANADA”.
Sin llegar a la chulería, la palanganada del piurano deviene en inusitado toque de hombría, razón más que suficiente para que todos, contra viento y marea, aun cuando no se identifiquen con tal modo de ser, y reconozcan que se trata de un defecto, lo soportan. “Así es él”, dicen, en tono explicatorio, no siempre disculpatorio.
La propaganda se hace. No con frecuencia, pero se hace. Es como una elegancia. No importa cómo es recibida. Interesa que ruede, que la conozcan. Preocupa su existencia; no su final ni sus proyecciones.
Consecuentemente vale un GESTO, la actitud decisiva. Por qué ella rescata del montón, vuelve inconfundible. Individualiza. Hay una especie de vívido y ardiente anhelo de no, perderse en el anonimato, de no acabar sin ser notado. Más que en otros sitios, aquí es todo un signo la prevención amical que surge en momentos de confusión: “Olvídame pero no me confundas”.
Por esto, en mayor o menor grado, el piurano es gente de DESPLANTES. Somos gentes de desplantes. A cualquiera, grande o chico, insignificante o poderoso, lo dejamos parado, y en seco, sin respirar y nada que decir. Y jamás perdemos la oportunidad para efectuarlos. Ganemos o no con ello. Y a veces si lo realizamos, lo inventamos, para erróneamente darnos lustre, prestancia. Y, por supuesto, nunca olvidamos a los que “plantamos”. Sobre todo, si nos consideramos superiores, ya sea por la posición social, por el linaje, por el dinero, por el poder, por la profesión o por la cultura.
Para destacar nuestra disposición para “plantar”, en socorrida palanganada, decimos que no nos dejamos pisar el poncho aunque no lo hayamos usado jamás.
El desplante casi siempre va rubricado por expresiones groseras con palabras soeces, las que, a veces y no pocas, lo encarnan en sí mismas Sin exagerar, contados son los que se ufanan de escapar a su uso, para manifestar hondas molestias o inferir agravios.
Los más educados sufren menos de lo que debieran cuando las escuchan. Quizás suceda esto porque las palabras duras, felizmente en número reducido, y lejos de entrañar esto un ensalzamiento, en su desnudez brutal surge en instantes de sinceridad con uno mismo principalmente apetece y reclama la conciencia, la que, por esa vía, aprovecha para desfogarse y mantener su equilibrio.
Cada conciencia piurana es un volcán listo a estallar sorprender al mejor calculador en cuanto a los alcances de su explosión. Callada sufre con la combustión lenta; pero cuando está se expande sin medida ni control. Y en el estallido se libera, a su modo y en su momento de las cargas que la angustian y atosigan. Cierto francés decía que en circunstancias especiales hay que ensuciarse la boca para limpiarse el corazón. Algo parecido sucede en nuestro medio.
Sin faltar a la verdad, se colige de lo anterior que el piurano se conduce en forma tal que, él mismo, ignora, y esto no le preocupa, hasta el momento de actuar, el camino por el que lo van a llevar sus decisiones.
Sin detenerse en los antecedentes, la deliberación es rápida, circunstancia en virtud de la cual la conciencia se ve impedida de saber el punto al que arribará, produciéndose la decisión, muchas veces, no solo contra la razón sino contra los propios sentimientos, como si se buscara lo impensado no impresa entendido hoy es una suerte de juegos con el destino lo impensado. lo impresentido.
En una suerte de juego con el destino, lo impensado, lo impresentido atrae y absorbe, no por lo que en sí lleve o reserve, sino como sorpresa. Adviene así una invencible devoción por la inspiración y el exabrupto, que persuadan, deslumbran y avasallan.
Mas, el culto a lo impresentido, a la inspiración y al exabrupto, así, inopinadamente entraña un desdén por los mecanismos, resortes y controles de la razón, juez insoslayable de la vida y de sus actos, a la que, sin embargo y con frecuencia se pone de lado y olvida.
Y como la razón es equilibrio, armonía, serenidad y el exabrupto prácticamente su negación, el culto éste último se confunde con el culto a la sinrazón.
No obstante la prevención y el disimulado desprecio de la razón, como si no sirviera para nada y antes fuera estorbo, nadie se siente lejos de ella, creyendo paradójicamente todos gozar de su generosa y callada asistencia. Pues cada quien cree tener razón a su manera.
Por esta patente liberatoria de los dictados de la razón, que aleja de la realidad, y sin que nadie se estime un loco, resultamos tercos en lo que negamos y emitimos, contumaces en nuestras nuestras exclamaciones, afirmaciones y dudas.
Cuando las pasiones nos sobrecogen, las dejamos discurrir, permitiendo que campeen desbordadas, seguros de que nada ni nadie se resentirá con su estallido. Y a veces perseguimos y esperamos la oportunidad para que otros exabruptos y apasionamientos vengan a borrar la impresión dejada por la similar anterior, ya minada peyorativamente y superarla si cabe.
Más, si de repente nos da por decir o hacer lo que nos viene en gana, sin reparar en vientos y marea, y aun decididamente contra sus embates, quizás alguien pudiera arriesgar la idea que lo triunfante de tal comportamiento es la voluntad. Pero, no es así. En realidad ocurre lo contrario. La que fracasa es la voluntad, porque no se impone.
Sufrimos por falta de voluntad. Nos sentimos muy huérfanos. I no se trata de una ataraxia ni de cosa por el estilo. La ataraxia cuando se produce corona el esfuerzo, y aparece como una íntima degustación de la voluntad al ver logrado el fin que se perseguía. Pero nosotros no ocurre de este modo, ni hay goce. Abierto velado hay sufrimiento, desazón, al constatar omisa nuestra voluntad, cuando no débil y quebrada y siempre distante del objetivo racional y el sentido común.
Quién actúa con un plan y con los ojos elevados en un objetivo gana fácilmente el reino de la consideración general y conquista los afectos, sin más arma que la voluntad guiada por una firme decisión.
Hay como un apresuramiento en tejer una corona triunfal al hombre de acción, al que primero se admira, luego de reverencia y finalmente se teme, manteniendo en todas las instancias un espectante respeto, que lleva a convertirlo tácitamente en un intocable, al que ni nosotros mismos en nuestra intimidad nos atrevemos a discutir.
Esta conducta encuentra su justificación en el examen de nuestras acciones y omisiones.
Quien algo hace allí donde nosotros no lo hicimos, ciertamente ha superado nuestras expectativas y tiene por consiguiente expedito su derecho para actuar como actúa, hacer como hace y ser como es, lejos de nuestra crítica, ajeno a nuestro control.
Un triunfador de tal jaez lógicamente ha de entenderse que no es corto ni perezoso. Y cómo conoce las proyecciones de su acción y sabe nuestros defectos, en medio de un temor reverencial, desempeña su papel a las mil maravillas. La Ley y la Moral le resultan a la postre arcaicos prejuicios provincianos a los que no hace caso i pone a un lado si en cualquier momento se convierten en un obstáculo para la consecución de sus propósitos.
Empero, si todos, por acción o por omisión, directa o indirectamente, cooperamos a la creación y sostenimiento de un imperio al hombre de acción aunque sea un afortunado aventurero, ningún piurano lo acata sin dolor y sin vergüenza, porque todos lo reciben, tratan y sienten como un fatal castigo a la desidia, y todos por igual lo sufren.
Para liberarnos siquiera en parte de la insoslayable angustia originada por nuestras propias flaquezas, caemos en una necesaria explicación de las cosas y procesos de la vida. Sin proponer sin proponérnelos y por pura carambola resultamos con una filosofía: “Cada uno debe ser lo que es, y como quiere ser”. “Nadie debe meterse en la vida ajena”, “Cada uno debe hacer lo que le venga en gana”. “No hay que mortificarse por lo que pasa”.
Con estos aforismos trazamos un esquema de vida que se diluye al primer raciocinio, pero que, al mismo tiempo, y con el hecho de su formulación cuasi teórica, nos lleva a terrenos desconocidos en la práctica y efectivamente insospechados por cada uno de nosotros.
Una vida así, que no es paradisíaca ni infernal, pero que sí tiene mucho del limbo, nos pone a merced del capricho, del albur, y al no tener entre las manos un instrumento que nos asegure el futuro, nos rendimos a la creencia en el azar, sintiéndonos como presos por fuerzas que no podemos gobernar y manejados por las mismas.
En vez de indagar en la realidad nos alejamos de ella, felizmente sin despreciarla.
Equivocadamente nos sentimos como jugadores cuyas cartas están su sombra inquietante. ya echadas, y pensamos que sólo cuando abandonamos la materia llegaremos a saber cómo es el cuerpo que proyectó sobre nuestra existencia su sombra inquietante.
Visto así el piurano, un encadenamiento de actitudes reveladoras de factores positivos y negativos que integran su personalidad social, aparece, sin ninguna trascendencia y su destino, completamente diferenciado de los demás tipos humanos que forman y dan sustento a los que se llama la Nacionalidad Peruana.
Esta diferenciación con los tipos regionales que habitan sobre el territorio peruano, obliga a indagar por los posibles determinantes de ese encadenamiento, que son los que dan forma a su genio y a su figura.
En un sondeo repasamos los factores en que acaso reside la causa de su original modo de ser y conducta:
1) el factor legal;
2) el factor racial;
3) el factor geográfico;
4) el factor social; y
5) el factor económico.
EL FACTOR LEGAL
¿Será acaso el status legal, el aparato administrativo y jurídico en que se desenvuelve la vida del piurano, la causa de su peculiar modo de ser?
En Piura, como en el resto delpaís, existe lo que se ha dado en llamar el PAIS LEGAL Y EL PAIS PROFUNDO; uno en la letra de sus disposiciones legales y el otro en la cruda y dura realidad; situación que viene arrastrándose desde la época de la Conquista Española, que se afianzó en el Virreinato, en donde rigió, plenamente aceptada y sin efectiva sanción, la práctica casi burlesca de que “la ley se acata pero no se cumple” y que, al instalarse la República y transcurrir con sus gritos y revueltas, olvidos y apresuramientos, mantuvo tan lamentable discordancia; la misa, que naturalmente ha tornado escéptico , receloso y desconfiado al hombre, además de mantenerlo alejado de la justicia y de la administración, a la que mira con letra muerta, reservada para los validos de turno y a los que acude por necesidad.
Empero este deslizarse de la vida social, en dos planos distintos, una en la teoría y otro en la práctica, no es privativo de Piura, sino de todo el Perú, y en general de la América hispana. Y ello por lo tanto no explica el fenómeno.
EL FACTOR RACIAL
¿Será entonces el factor racial, con el aporte étnico de alguno de todos los gruopos asentados en esta tierra?
VEAMOS SU POSIBILIDAD
El grupo racial indio, que es básico y el más abundante, individualizado, aun cuando esta separación no sea científica, porque no vive aislado, sino en contacto con los otros grupo sociales, tiene un esquema espiritual hasta la saciedad repetido en textos elementales y un quehacer no coincidente en su totalidad con el descrito como propio del piurano. Y si bien, en algunos aspectos, pudieron encontrarse similitudes y acercamientos, no llega, ni forzando la figura, a la identidad.
En cuanto al blanco, si con la misma Europa, donde vive hace miles de años, no ha podido cristalizar en formas inconfundible respecto a las demás razas humanas, siendo sus reacciones y comportamientos algo así como una intrincada red, con mucha mayor razón no puede ser considerado como el principal precipitador ni el modelador del espíritu piurano.
Tampoco puede atribuirse al negro el ser su factor determinante, Pues, aparte del volumen, muy inferior al de los otros grupos, especialmente, sobre el indio, su devoción al ritmo, su estentórea alegría y su no desmentida inclinación a tratar las cosas principalmente desde el aspecto mítico-sexual, no puede decirse que sen los rasgos con los que delínea y precisa el carácter del piurano.
Traducido en volumen e importancia, y con cien años de existencia sobre nuestro suelo, el asiático, frente a la totalidad, resulta con casi nula signficación en el alma del piurano. En conclusión: no reside en lo puramente racial la explicación, ni mucho menos en la hipotética suma de virtudes y defectos.
EL FACTOR GEOGRÁFICO ¿I la geografía?
Singular es el mapa de Piura, Sus bahías abiertas y su costa libre de tempestades, llaman al abandono a la desidia. Su mar, tranquilo y rico, inspira una vida plácida, fácil. Su gran desierto seco, incita a la meditación y al ascetismo. Sus valles, verdaderos hilos de verdor, en medio de la sequedad y el yermo, la arena y el pedregal, con aguas periódicas y de volumen variable, que van desde la exigüidad lindante con la sequía hasta la abundancia propia de las inundaciones obligan a la previsión y el cálculo, al trabajo constante y periódico. Sus tierras difíciles, con su sub-división en pequeñas unidades en las que todo lleva a la dispersión y al recelo. Sus lluvias de régimen sui-generis, pue su periodicidad anual, no descarta, cuando menos espera, sus prolongadas ausencias, seguidas de sequías, que obligan a desconfiar hasta del cielo. En fin tantos estados engendra nuestra múltiple geografía, que no cabe sacar de ella un módulo generalizante y común.
EL FACTOR SOCIAL ¿Será su causa la organización social, con sus injustos estamentos y divisiones?
No tampoco es su causa. Porque actualmente el hombre, pese a la división social existente, cualquiera su origen y precedencia, se ubica en la escala social según los medios de que dispone, y cambia de posición, subiendo o bajando, conforme gane o pierda, hablando. Pues, muchos, ayer artesanos, obreros y campesinos, son hoy ricos y civilizados y cultos y hasta poderosos; e igualmente, a la inversa, no pocos antes aristocráticos, pudientes y con grandes influjos, se han perdido en el anonimato y en la vaguedad, al caer en la pobreza y la miseria. Prácticamente, nada, en nuestros tiempos, le está vedado, desde el punto de vista de la estratificación social, al que conquista fortuna, venga de donde viniere.
A mayor abundamiento, la situación social del piurano es igual a la del resto del paáis, con lo cual no tenemos en este aspecto una existencia especial, que , por la vía de la diferenciación sirva para explicar nuestro comportamiento.
EL FACTOR ECONÓMICO
Sin forzar los hechos, ni acomodar los acontecimientos, miremos un poco en el pasado, para arrobar al presente.
Antes del desarrollo y expansión del Imperio Incaico por el Norte peruano de hoy, floreció, en estos territorios de Piura, entre otras una importante cultura indígena, la de los Tallanes, cuyos restos aún se encuentran a poco de cavar la tierra; pero los hombres a ella pertenecientes, fueron avasallados por los Incas y literalmente barridos, sobre todo en la costa, en cuanto a cultura se refiere.
La Conquista y el Coloniaje, ya no el tallán puro, aino el indio piurano bajo el influjo del Imperio Cuzqueño, venció, acorraló y redujo a unos cuantos ayllos, germen de posteriores comunidades llamadas de indígenas. Alimentados por el trabajo de los indios, en los pueblos y ciudades, sentó sus reales una minúscula pero todopoderosa facción de españoles e hijos de éstos, a cuya sombra se formó y creció, mediatizada e inerme, una población de mestizos.
La República encontró una población de mestizos resentida contra los blancos, más allá del color han devenido en “blancos” por el poder económico y social; y una gran masa de indios, como mar de fondo, despojados, humillados, pero, al mismo tiempo, con los ojos del alma bien abiertos, aunque impotentes, contra los avances voraces de los blancos y mestizos, a la larga coludidos en el tácito e infame pacto de explotación delos humildes, ya sean indios o mestizos.
La economía, los sistemas dentro de los cuales ha vivido, oscilando entre la explotación feudal y la miseria de los campos y ciudades, su supervivencia, como saliendo de un naufragio, han convertido a cada piurano en una ínsula, de la cual es el único señor y dueño, pero de la que de repente sale en inesperado ataque o en plan de imainaria defensa.
Nadie, por eso, más sencillo, calmado, llano, franco, amiguero y hospitalario qque el piurano, que ha visto crecer , en medio del sojuzgamiento y el dolor, todas las formas y modos de la codicia y la livianidad, del abuso y del poder, de los éxitos gratuitos y de las injustas frustraciones sin aparente fin.
Razón tuvo el poeta Juan Luis Velásquez cuando dijo de Piura:
Qué soledad sin soledad siquiera
Qué trincheras tan altas sin altura
Contra quien jamás le hiere el plomo.
Qué genta tan llena de recodos
enlodados en este desierto sin lluvia
ni rastrojos.
Qué vida tan al cielo raso
ante este cielo alto franco y claro
de primavera.