domingo, 6 de octubre de 2024

NÉSTOR MARTOS:APROXIMACIÓN A SU VIDA Y A SU OBRA

POR. JOSÉ H. ESTRADA MORALES

Prólogo del autor

Hablar de Néstor S, Martos es rendir homenaje a la inteligencia y al corazón. Es evocar un espíritu preclaro, pundonoroso, positivo, piuranísimo, que se proyectó a los demás con desinterés y amor. Desde “San Miguel” –“mi segundo hogar espiritual”, como solía decir – se dio íntegramente a la juventud: con todo su calor de maestro y hombre de letras. En Piura o en Huancabamba. Como en  cualquier otra de las provincias piuranas, no hay institución u obra de trascendencia que no haya merecido su atención. Unas veces, ayudando a la realización. Otras, criticando constructivamente. Pero siempre, dándose  con entusiasmo y fervor, propio de un hombre que había nacido para construir, para hacer patria, para hacer el bien.

Néstor Samuel Martos Garrido (Huancabamba, 26.11.1904-Piura,7.11.1973)

Uno y múltiple fue Martos Garrido. Uno en su integridad plena, sin nebulosidades y sin dobleces. Como los caballeros antiguos, una vez que fijaba un derrotero nadie lo detenía: se entregaba abiertamente, con pasión, poniendo su sangre y su vida, en las causas que abrigaba. Y fue múltiple también, por la variedad y la riqueza de sus actos en el magisterio, en el periodismo, en la vida institucional, en el área de la cultura y de la producción intelectual. Fue una personalidad típica de la vida de provincias que supo empinarse con esfuerzo propio hasta alcanzar, con justicia, perennidad.

El romanticismo que afloró en su vida, lo heredó de su tierra natal Huancabamba, ciudad andina de belleza silvestre clavada entre el Pariacaca y Witilingún. El paisaje, polícromo, se reflejó en su alma sencilla, exquisita y abierta, ansioso de nuevos horizontes, Faltaban 19 días  para cumplir 69 años de edad , cuando la muerte súbita, tremendamente dolorosa apareció a su paso. Y lo detuvo.

Sus primeros años

Fueron sus padres don Samuel Martos Cruzado y doña María Esther Garrido. Nace el 26 de noviembre de 1904. En vida Néstor, fue la síntesis de ambos. Heredó de él  su vocación por el periodismo y la educación. Y de ella, su ternura siempre fresca y hermosa cualidad de entregarse a los demás.  Su padre fue el primer Inspector  de Enseñanza en Huancabamba y el que llevó a la tierra andina, la primera imprenta, siendo después editor del semanario El Progreso. De ella heredó  su ternura,  su vocación humanista, su amor por la familia, su tremenda fe católica.

Espíritu despierto. Néstor se distinguió desde sus estudios primarios en la escuela particular del sacerdote Antonio Vega categoría que mantuvo después, siguiendo sus cursos secundarios en el Instituto Moderno de Trujillo y en las materias  iniciales de Medicina en San Fernando, Lima. Alimentado por sus propias  fuerzas interiores, fue siempre un espíritu anhelante de superación y un inconforme.  Modesto en su actuar y saber jamás cesó estudiar. Buscaba siempre mayor luz y  más amplias lejanías.

El periodista

Decisión importante en su vida fue cuando dejó sus estudios científicos para entregarse plenamente al periodismo y a las letras. Comenzó en La Industria de Trujillo como simple cronista, pero afirmó su vocación en las  amistades y en las relaciones de esa época pertenecientes al Grupo Norte. En una carta pública a su madre, en 1935, fundamenta este cambio del bisturí por la péndola, dejando entrever desde entonces sus altas calidades literarias. De su estancia en la capital liberteña queda una serie de crónicas en las que aparecen retratos y biografías de personajes que con el tiempo tendrían figuración nacional en los diversos ámbitos.

Es contratado, luego, como Director de La Industria de Piura. Es aquí  donde efectúa una labor de gran trascendencia que es necesario estudiar con detenimiento. No sólo es el periodista inteligente, activo edificante, piuranista el que sobresale. También es el intelectual que surge con luz propia y el hombre institucional que trabaja por Piura con vehemencia y amor. Fue  Director durante 22 años dejando trabajos invalorables donde afloran su estirpe de hombre de letras y su pasión por este Departamento, al que se entregó íntegramente.

Sus crónicas aparecidas en sus columnas “Boliches” o “Aserrín” –firmadas por SOTRAN o utilizando normalmente sus nombres y apellidos- eran de lectura obligada en el medio, En estilo sencillo, directo, ameno, aparecían personajes, amigos de la época, cuando no un problema, una situación internacional, un clamor piurano. “Ojo de pollo” no fue una columna en el sentido técnico de la palabra. Era más bien una sección periodística. Era lo que en Europa de comienzos de siglo llamaban “Cajón de sastre” donde mezclaban desde dichos y sentencias, hasta recetas culinarias, pasando por consejos para vivir mejor, etc…etc. Punto fuerte y de atracción eran siempre los problemas de matemática. Se publicaba, primero, el enunciado y, ocho días después, las respuestas. Más de una polémica tuvo Martos alrededor de estas cuestiones matemáticas de las que salía airoso por su formación científica y por sus conocimientos continuamente renovados en su estudio diario.

Cuando pasó a El Tiempo, en su primera etapa, inauguró su columna “Voto a favor”, “Voto en contra” o “Voto en blanco”, según la intención del texto. Fue, asimismo, una columna seria, anhelada, tanto por los temas tratados como por el estilo elegante usado. En su segunda época mantuvo hasta el final de su vida –y aún más allá. Con su artículo que entregó la víspera de su muerte- la columna “Notas al vuelo” que alimentó periódicamente con toda la vehemencia que  solía poner a sus artículos.

Fue un periodista nato que ejerció la profesión, con dignidad y amor, durante cincuenta años. Jamás abusó del poder que crea la pluma, ni se apartó de la verdad que es la esencia del periodismo. Fue rigurosamente respetuoso de los principios que norman la sociedad  y nutren los sentimientos de Dios y de la Patria.  El periódico era su aula grande donde dialogaba con su público, orientándolo, ilustrándolo. Fue el vehículo que utilizó con mayor pasión, empleando todas sus energías de hombre culto y creador.

¿Qué temas trató? La variedad de tópicos que le mereció atención estuvo en relación con  su febril inquietud espiritual. Gustaba mucho de la mitología griega como buen profesor de  Historia Universal que era y sentía también preferencia por los artículos científicos. Escribía sobre las causas de las variaciones climatológicas, sobre el origen de un eclipse, sobre la temperatura de las aguas marinas. Durante el período veraniego su palabra era esclarecedora sobre la presencia o ausencia de lluvias. Su artículo póstumo –que entregó horas antes de su muerte y que salió el 8 de  noviembre- se tituló “Aprovechamiento de la energía solar” y trataba sobre el esfuerzo que se estaba haciendo en el Japón para suplir la carestía de petróleo. Todos estos temas eran para ilustrar, para fomentar la inquietud cultural en los lectores piuranos.

Asumiendo este carácter de periodista con vocación magisterial, no era plenamente abstracto ni meramente teórico o cientificista. Vivía en  la realidad misma, escribía con el oído puesto en el alma de la colectividad y por lo tanta su pluma latía con los asuntos y situaciones del momento ocurridas en Piura, el Perú o el mundo.  Informaba y comentaba. Y siempre sostenía campañas en favor de alguna obra de bien público. Por eso –lo reiteramos- no hubo obra de trascendencia en el Departamento que no mereciera su atención y apoyo. En sus momentos postreros, por ejemplo, dos eran sus preocupaciones: la instalación de la televisión en Huancabamba y la construcción del nuevo local para la Biblioteca Municipal de Piura.

Para el ejercicio del periodismo, Martos tuvo un estilo, su forma personal de llegar hasta el lector, sin bien con variados matices, según las circunstancias. A veces, seco, denso, con reminiscencias de su formación científica. Era cuando trataba temas de ilustración o cuando ahondaba algún tema histórico. Pero, en la generalidad, su modo e intensidad de  expresión era fresco, flexible, asequible a la mentalidad popular. Jamás fue oscuro o alambicado, por lo tanto. Muy poco  recurrió a las citas aun cuando utilizaba dichos en latín o en griego que dominaba  por sus relaciones amistosas con el Padre Jesús Santos García o con Julio César Ginocchio Sánchez (“Rinaldo Prati”). Quién leía a Martos jamás recurría al diccionario era sumamente sencillo, fluido, poniendo en cada signo la sangre que tanto reclamaba para su estilo don Miguel de Unamuno.

Fue festivo también, algunas veces. Era cuando tomando el pelo a alguien, retrataba en su estilo su personalidad  alegre, amical, su verdadero contenido fisiognómico. La expresión, entonces, adquiría requiebros, se volvía rumbosa, apelando muchas veces a dicho lugareños. Su chispa personal lo acompañaba, siempre dúctil y precisa para producir hilaridad. Un  artículo festivo suyo era verle retratado de cuerpo entero poniendo apodos, haciendo burlas o simplemente contando un chiste. Tan acertadas, como risueñas, eran estas pinceladas que habiéndole tomado el pelo a mucha gente, nadie le tuvo rencor. A lo más, cólera momentánea que después se disipaba en el café o en las calles de la ciudad.

¡Que humano fue también desde el periodismo! Así como criticaba y orientaba, desde sus columnas también estimulaba. Nunca fue egoísta en su saber y capacidad. Cuando alguien lo merecía –un escritor en ciernes, un amigo ascendido, una persona que había practicado una buena acción, un joven estudiante de periodismo no le escatimaba su apoyo público. No existió para él la iconoclastía. Fue, más bien, positivo y como Maestro que era quiso que de los jóvenes  salieran nuevos valores, nuevos elementos, que trabajaran por Piura. (“Hay que preocuparse por los relevos”: era una de sus expresiones usuales.) Por eso, siempre estimuló a los jóvenes. ¡Muchos de los periodistas actuales  fuimos sus alumnos!

Fue, por último, excelente gremialista.  Participó como elemento prevaleciente, en la fundación del Centro Federado de Periodistas de Piura y del Círculo de Periodistas de El Tiempo ocupando en ambas instituciones la presidencia. Fue miembro de la Junta  Directiva de la Federación Nacional de Periodistas del Perú, después del Congreso del Cuzco. Asistió a todos los certámenes nacionales organizados por la Federación y participó, asimismo, del Congreso Interamericano que se llevó a cabo en Bogotá.  En Piura, fue nervio y motor del gremio. Fomentó la unión y confraternidad entre los colegas, así como la superación. Nunca rehuyó la colaboración, sobre todo  tratándose de gente que procuraba el mejoramiento. Siendo Secretario General consiguió, por intermedio  del colega y  senador Dr.  Guillermo Gulman, un terreno especial para la Casa del periodista. Es decir, se entregó en alma a la profesión: escribiendo, orientando, ayudando al colega y amigo y estrechando vínculos profesionales en las instituciones que integró.

El maestro

Alma abierta  y sensitiva, Martos fue Maestro en la plenitud del término. La vocación de enseñar le venía por heredad paterna y, aun cuando no recibió formación técnica alguna, se desempeñó con eficiencia. Enseñaba con amor y mística de educador nato.  Se dio a los alumnos íntegramente convirtiendo sus clases en una comunión ideal, franca, y sincera, donde se aprendía espontáneamente y los conocimientos llegaban casi imperceptiblemente. No era hombre de rigor, ni se imponía autoritariamente. Una clase de historia era para el alumno una narración fresca, agradable, donde desfilaban nombres y fechas. ¡Sabía enseñar Martos y llegaba fácilmente a los estudiantes porque conocía su alma y sus inquietudes!

Ingresó como Profesor de Historia Universal en el Colegio Nacional “San Miguel”  -el Alma Mater de Piura- reemplazando en el curso, al Dr. Francisco Lizarzaburu, Director del Plantel quien había sido trasladado  con igual categoría al Colegio Nacional “San Juan” de Trujillo. Desde el comienzo, Martos fue querido por todos: Director, profesores, empleados, elementos de servicio y alumnos, quienes veían en el a un elemento no sólo inteligente y bien preparado, sino a un basamento firme dispuesto  a la confraternidad y la alegría. Fue en esos tiempos cuando germinó la familia sanmiguelina. Cuando el claustro, ya centenario, era una república espiritual donde la educación se irradiaba en un clima ideal de amor y comprensión.

Formaron la institución, en aquella época, además del “Chino Martos” –como se llamaba en la intimidad- el Padre Jesús Santos García. Profesor de Religión y Capellán del Plantel. Roberto Nolte Garcés, Profesor de Matemáticas; Ricardo Lucio Espinoza, Profesor de Química; Dr. Francisco Escudero Franco, Profesor de Anatomía; Dr. Guillermo Gulman, Profesor de Economía Política; Ing° Ernesto Drouard Hensen, Profesor de Física y Dibujo; Wilfredo Obando Vásquez, Profesor de Música;  Dr. Manuel I. Cevallos, Profesor de Castellano; Enrique del Carmen Ramos, Profesor de Historia y Literatura; Carlos Chávez Sánchez, Profesor de Historia del Perú; G. Plaza Espino, Profesor de Geografía; Dr. Julio Valdez Garrido, Profesor de Educación Cívica y Economía Política; Ing° Manuel Cortez y Coronel Zegarra, Profesor de Algebra; Carlos Robles Rázuri, Profesor de Castellano; Dr. F Pizarro Mori, Profesor de Economía Política. Y  muchos otros profesores que entraban y salían. Era Regente otro personaje muy estimado: Sixto A. Ramírez, a quien lo acompañaban  entre los Inspectores de Educación: Jorge Varhen Moreno, Ricardo Moreno, César Valladolid, Flores, León y otros.

Formaron todos, una auténtica familia, unidos por el común sentimiento de amor al viejo claustro sanmiguelino, ubicado en  la Plazuela Merino después de su peregrinaje heroico  en otros lugares. La labor profesional del cuerpo docente era esplendorosa. A sus aulas venían no sólo alumnos de Piura y  del norte el país, sino hasta de Lima, atraídos por el prestigio y la calidad de enseñanza que se ofrecía.

Por su dedicación a San Miguel por su capacidad en la enseñanza, por su devoción  a la juventud. Martos, se hizo querer con sinceridad y especial afecto. No sólo era el elemento representativo que ofrecía conferencias y participaba en reuniones de trabajo a nombre de San Miguel, sino que fue  también el factor preponderante en la unión de la familia  ¡Cuántos recuerdos, anécdotas, experiencias, quedan de aquellos tiempos de la Plazuela Merino! Martos está ligado, en la totalidad de su ser, a esa época rutilante del Alma Mater de Piura.

Cuando el Plantel pasó a su ubicación actual, convertido en Gran Unidad Escolar, el año 1962, Martos integraba también la plana docente como Profesor por horas. Enseñaba, siempre Historia Universal. Después fue promovido a Profesor  Estable, cargo que desempeñó por días, pues renunció espontáneamente porque prefería su libertad en la ciudad, para compartir su tiempo con el periodismo y otras actividades de orden cultural y social. Estuvo en San Miguel hasta el año 68, después haber trabajado 32 años. Pudo haber salido dos años antes, recibiendo la integridad de sus beneficios sociales,  pero prefirió quedarse por su amor a la juventud y su afán de colaborar con quien habla, Director entonces, en beneficio del Plantel. La banda de músicos que hoy ostenta la centenaria institución, de origen italiano y con 109 instrumentos, fue adquirida cuando él era Presidente de la Comisión Especial que se nombró.

Como reconocimiento a su labor en beneficio de la juventud sanmiguelina la Promoción de 1948 lleva su nombre y en 1967 recibió el Botón de Oro Sanmiguelino que es la máxima distinción otorgada por el Plantel como reconocimiento a quienes habían ofrendado su vida, enseñando en beneficio de la juventud o que se habían distinguido profesionalmente coadyuvando  al prestigio de la institución. Todo lo que dejó  en san Miguel: su vida, su pensamiento, su saber –será fructífero y bello- porque quedó anidado en el corazón puro de  la juventud piurana.

El escritor

Su creación intelectual fue, asimismo, trascendente. Martos fue un escritor, si  bien no muy organizado. Junto a sus artículos periodísticos, publicó simultáneamente conferencias, folletos y libros. Eran muy solicitadas  sus colaboraciones no solo por los temas sino también por el estilo y la forma como los exponía.

En 1948 publicó su primera narración, una novela corta, “El cheque falso”, editada en El Tiempo con motivo de celebrarse las Bodas de Plata de La Industria,  y como “una contribución a la celebración de este fausto aniversario”. La dedicatoria reza así: NO PORQUE VALGA ALGO, SINO POR SER ESTE MI PRIMER LIBRO SE LO DEDICÓ A LA SEÑORA MARÍA ESTHER DE MARTOS, MI MADRE ADORADA”. El tema es sencillo  y contiene una crítica urticante. Se trata de las andanzas de un vividor criollo, limeño de nacimiento. Rafael Porta, que desea afincarse acá contrayendo un matrimonio de interés. Es un relato ameno, con un profundo sentido de la sátira contra el oportunismo y el arribismo. Es la condena de los falsos valores que viven más del relumbrón y del acomodo. Si hay algo ausente que se nota es el paisaje. No hay una sola pincelada del ambiente natural nuestro.  Peor aun así, no mengua la intensidad de los diálogos, el dinamismo de las acciones y los bocetos de elementos humanos que viven a diario en la sociedad.

En 1957, publicó un pequeño folleto titulado “Historia con anécdotas del Club Grau” fue una publicación hecha con motivo del 72° aniversario de fundación de la Institución presidida entonces por don Antonio Leigh Rodríguez. Se incluye en dicho documento, el Acta de Fundación del Club  y el relato de tres sabrosas crónicas sobre los apuros y actividades que realizaron tres miembros de la Institución –Guillermo Artaza, Américo Garcés y Juan Casajuana Cardona- cuando viajaron a Lima para conseguirla urbanización y lotización de los terrenos de  la entidad piurana.

Siendo Secretario de Cultura de la Junta Directiva del Club Grau, en 1958; organiza e inaugura la Galería Merino. Con este motivo expone 33 réplicas de obras de este insigne artista piurano y publica un opúsculo –“Homenaje a Ignacio Merino”- donde incluye el testamento, las partidas de nacimiento y bautizo y un trabajo de Teófilo  Castillo sobre la vida y obra de Merino.

En 1965, en el Primer Festival del Libro Sanmiguelino publica su novela corta y de fundamento histórico “El Correo de La Gasca”. (Esta misma creación es reeditada posteriormente en la Revista de la Universidad de Trujillo) Trata  de las penurias que vivió en Paita, Piura, Trujillo y Lima, el enviado de La Gasca, Licenciado Gamboa. Es interesante no solo por el tema en sí; sino por la inclusión de una serie de personajes históricos, así como por el habla y vicisitudes de la época.

Con motivo de celebrarse el 15 de agosto de 1966 el primer centenario del fallecimiento de Ignacio Escudero publicó en la GUE San Miguel, en su calidad de Profesor Decano, un estudio que intituló  “Ignacio Escudero: Tribuno Piurano” Reúne esta publicación cinco artículos publicados, con tal motivo. En el Diario Regional El Tiempo y que llevan  los siguientes títulos: “Época en que actuó el eminente tribuno”, “Pugna  ideológica entre Castilla y la Convención”, “Defensa Jurídica del Poder  Legislativo”, “Cumplió deberes con Dios y con la Patria” y “El primer Poder del Estado” Es estudio es de reivindicación y difusión del importante tribuno piurano y se suma al que, con idéntico criterio, ha efectuado el Dr. Carlos Chávez Sánchez.

Su obra cimera es, sin embargo, en el ámbito histórico. Martos escribió “ La ciudad volante” después de haber ahondado muchos temas sobre el acontecer histórico de Piura. En El Tiempo parecen la primeras ordenanzas dictadas por los españoles en San Miguel, en 1532, así como temas diversos relacionados con la fundación de la ciudad y trabajos biográficos sobre Grau, Bolognesi y San Martín.

Su obra mayor, “La Ciudad Volante” no ha sido publicada aún.  Han aparecido síntesis en la revista Piuranidad –hecha por quien habla y en Fanal, Año VII, N°32, Año 1952, afirmada por su autor. Es una obra seria, bien documentada, que arranca con la etimología de Piura y sus características en el período prehispánico, es decir, en la época Tallán. Martos opina que la palabra PIURA no procede del quechua aduciendo que: en la costa peruana son muy raros los toponímicos quechuas: que la dominación quechua en esta zona fue efímera; que nadie habla quechua en la región y que “si Piura deriva de PIRHUA con mayor razón se puede decir que Perú deriva del mismo vocablo, pues la similitud fonética es mayor en el segundo que en el primer caso”. Habla de los primeros habitantes, los tallanes, de sus características, de su habla, de su organización.

Se refiere, luego, a la fundación y a los diversos traslados: Tangarará, Monte de los Padres, San Francisco de la Buena Esperanza y el Chilcal. Hace mención  de la evolución de la ciudad durante la Colonia; evoca el libro de los Cabildos dirigido y prologado por Ricardo Vegas García y se detiene en los nombres de las calles.

Al final menciona algunas fechas y sucesos importantes: La Condamine visita tierras  piuranas en 1737; en 1740 estuvieron en la costa de Piura los sabios Jorge Juan y Antonio Ulloa; en 1619, se sufrió un terremoto; en 1728, el río tuvo una inusitada creciente. Termina la obra con una bibliografía nutrida que va dese las primeras crónicas escritas durante la Conquista, hasta la revisión de fuentes actuales de gran  seriedad como los libros de Hans Horkheimer, los estudios de Don Víctor Eguiguren y el Diccionario de Mariano Felipe Paz Soldán. La muerte sorprendió a Martos  cuando estaba dedicado al estudio de la cultura Vicús.

Quería ahondar en su investigación para luego entregarla a la Universidad de Piura para su publicación. “La ciudad volante” es, en la bibliografía piurana el más serio esfuerzo para dar a Piura su verdadera monografía. El autor con gran sentido científico, ha ahondado con seriedad y rigor, y hasta lo último no quiso publicarla porque continuamente encontraba nuevos datos y referencias importantes. Como queda dicho, últimamente le apasionaba Vicús. Lo consideraba un capítulo fundamental y en eso estaba concentrado cuando lo sorprendió la muerte.  

Sus momentos postreros

Los últimos años fueron para Martos una constante creación y un feliz entregarse a la comunidad. No cesó en sus actividades. Habíase  jubilado como profesor en San Miguel, pero seguía enseñando en San Ignacio  y, en forma silenciosa, dictaba varios cursos a las empleadas de la Biblioteca Municipal, gratuitamente. Su casa, en la calle Libertad, era un aula, siempre con las puertas abiertas. Estudiantes, empleados, amigos – de acá y de otros lugares- llegaban hasta él  para solicitarle informaciones, orientaciones, consejos para trabajos de orden intelectual. Y él, como educador por naturaleza, jamás se negó. Igual que los griegos antiguos, a veces dictaba sus clases hasta  en la misma banca de la Plaza. Es decir, enseñaba permanentemente.

Estaba dedicado, asimismo, al Museo Grau. Fue un elemento valioso en su organización y funcionamiento. Amaba al Caballero de los Mares no sólo por su oriundez. Lo consideraba como el más humano de los héroes, al más generoso, al que concretaba en su pensamiento y en su acción los valores inherentes al poblador nuestro.

Escribía igualmente con pasión. No sólo para los periódicos. Publicaba en Norte de México, en la Revista Época y en varios periódicos de Lima. Jamás cesó de producir intelectualmente. Como hemos dicho anteriormente, hasta en las vísperas de su fallecimiento estuvo en El Tiempo dejando su último artículo. Es decir  murió con la pluma en la mano. Siempre ilustrado…hasta más allá de su vida.

Fue el prototipo del intelectual. Amaba con pasión las letras. Todo en él era espíritu. No fue un obstáculo, para él, el estrecho escenario de la provincia. Supo empinarse y sobresalir con calidad espiritual. Su acción fue siempre rectora, si bien el estudio le demando heroicos sacrificios. Prefirió la soledad del trabajo a la vida artificiosa.  Y jamás se arredró en la adversidad. Sacó el pecho cuando fue necesario y polemizó  alturadamente. ¡Quién no recuerda las polémicas con Rinaldo Prati (Julio Ginocchio Sánchez) sobre la palabra “munícipe” o las divergencias sobre la cuna de Salaverry. Así como festivo o serio escribiendo, también era hombre de combate. Pluma al ristre, batallaba ardorosamente.

Pero además de todo eso fue hombre en se acepción esencial, en su significación orteguiana. Fue rector, caminante de un solo rumbo. Quienes lo leían apenas si conocieron la mitad de su contenido humano. Era bueno, si bien tenía fallas de hombre. Pero ninguno de los pecados del ángel caído: ni ira, ni soberbia, ni envidia. No recibió, en vida, lo que merecía por su inteligencia. Pero aun así  jamás declinó su voluntad, su espíritu de entrega, si colaboración, su señorío. Como profesor, como periodista, como hombre, fue íntegro  y jamás supo de dobleces. Enseñó hasta el final y jamás se negó ante las interrogantes de la juventud.

Así como un periodista nato, también fue ávido lector. Quien pasaba por su casa, le veía a toda hora leyendo o dialogando. No fue profesor de claustro solamente. Escrupuloso en la selección de los libros, siempre estaba al día en la biblografía. Su biblioteca era una valiosa fuente de consulta.

Lo sorprendió la muerte el siete de noviembre de 1973, al amanecer, cuando no obstante su edad, estaba dedicado a una serie de proyectos. Llevaba a Huancabamba en el corazón y buscaba la televisión para ella. Acá, su obsesión era la Biblioteca Municipal y por eso formó una Sociedad de Amigos. Quienes estuvimos cerca de él, hasta en sus momentos postreros sabemos de su grandeza de alma y su espíritu paternal. En los últimos años se acentuó su sensibilidad. Sufrió con el dolor ajeno y se llevó sobre sus espaldas angustias y aflicciones que no fueron de su pertenencia. Por eso nadie podrá   olvidarlo. Quiso a su familia, como quiso a sus amigos, en una simbiosis ideal y luminosa. Era muy querido por gentes de toda condición. Y, por eso.  Fue muy llorado: su muerte causó dolor en el canillita, como en el profesor o en la autoridad. Todos unánimemente, se conmovieron con su súbito desenlace y por la gran pérdida que ha significado para la cultura piurana su viaje definitivo, cuando menos se esperaba y cuando aún estaba en la plenitud de sus energías y de sus voluntades. Por eso lo recordamos y lo seguiremos recordando siempre. Como un Amauta que desde el pupitre o desde el periódico enseñó y trazó rumbos en esta patria chica que todos queremos. Rubén Darío anticipó su epitafio:

ERA LUMINOSO Y PROFUNDO

COMO ERA HOMBRE DE BUENA FE


DISCURSO DE MARCO MARTOS CARRERA, HIJO DE DON NÉSTOR MARTOS EN EL HOMENAJE PÓSTUMO QUE EL RINDIERA EL CLUB GRAU EL 8 DE OCTUBRE DE 1974.

 Señor Presidente del Club Grau, señoras y señores

Como hijo de Néstor Martos, periodista y profesor a quien ustedes tienen a bien rendir homenaje especial otorgándole el Botón de Oro de la institución, en esta cálida noche  piurana quiero expresar en mi nombre y en el de mis hermanos, nuestro más vivo agradecimiento tanto  a la Junta Directiva del Club como a todas las personas que han tenido y tienen que ver con esta decisión. De manera especialísima saludo a Jorge Moscol Urbina por sus palabras tan generosas, a José Hipólito Estrada y a Juan Antón y Galán maestros sanmiguelinos y a todos aquellos viejos amigos que como Miguel Justino Ramírez voy  a cumplir un rito de piuranidad.

A los hijos de Néstor Martos nos llena de satisfacción que en el mismo acto en el que rinde homenaje a Miguel Grau, el héroe por antonomasia de la Patria, se haya querido saludar a la memoria de nuestro progenitor, periodista y profesor de segunda enseñanza que seguramente tenía el mismo mérito que ustedes intentan: un acendrado amor por Piura que normó toda su vida intelectual.


Marco Gerardo Martos Carrera

Séame  permitido en esta ocasión hacer una breve reflexión en alta voz sobre lo que a mi entender significan actos como éste. Desde la perspectiva de la comunidad, rendir homenaje a un hombre muerto hace varios años, es el deseo de tener memoria colectiva, voluntad de pasado común.  Justificación de lo humano a través de la historia, porque la historia la hacen fundamentalmente  los hombre sencillos en sus hechos cotidianos. En este acto de búsqueda de valores ustedes han querido encontrarlos en Néstor  Martos y al margen del acierto o error de esa elección, de las inevitables exageraciones que las circunstancias imponen, tal vez sin proponérselo ustedes están haciendo simplemente el elogio intelectual en un medio poco propicio como ha sido Piura  está felizmente dejando de ser durante tantos y tantos años. En el caso de Néstor Martos, más importante que los breves libros que alcanzó a escribir, o que los innumerables artículos que publicó más, mucho más importante fue la voluntad de ser intelectual, un escritor en un medio adverso. Él fue como ustedes bien saben, un hombre optimista hasta el último día de su vida. Y si el intelectual no es optimista en el Perú, la realidad nos ofrece todos los días y a cada rato suficientes razones para desistir.

A cuántos novelistas conocemos, a cuántos poetas,  cuántos dramaturgos, a cuantos articulistas que nos dicen con pesar que no tienen tiempo de construir y de escribir, de leer y de pensar, son con todos los defectos que puedan tener, los que hacen la vida intelectual de una comunidad.

Dicen los psicólogos, que los niños ven a sus padres primero como dioses, después gigantes y finalmente como seres humanos. Los hijos de Néstor Martos no hemos sido excepción: era un dios sin duda el que nos traía en nuestra más remota infancia a la piscina del Club Grau, para después ofrecernos aquí mismo, las más ricas limonadas del mundo. Fue después un gigante cuando escribía sus artículos defendiendo a su amado pueblo de Huancabamba, al viejo  colegio San Miguel; era gigante sin duda cuando polemizaba con otros intelectuales piuranos sobre los variados asuntos. En nuestra adolescencia y madurez  no siempre estuvimos, como es natural, de acuerdo con él, especialmente en  cuestiones políticas. Pero fue así mejor. A quienes nos conocieron en esa intimidad, Nicolás Ubillús por ejemplo, les consta que no hubo sombra entre nosotros.

Ahora que está muerto y que ha entregado al círculo de nuestros manes familiares, y es el más alto de todos ellos nuestro corazón reconoce las leyes de la vida, aprende optimismo de Néstor Martos y se une al corazón de ustedes en esta celebración.

Muchas gracias.

NÉSTOR Y NÉSTOR

Desde la muerte

Néstor extiende su mano

y toma la mía

y el instante dura, dura

qué bien

Me permito recordarlo como la vía:

árbol grande, sereno, derecho,

verdor que camina por el arenal.

Tengo lo que él tuvo

a mi edad:

un hjo que crece

por los rincones

solísimo

y una gana de escribir.

He alcanzado fuerza conveniente

y si me falta

él me dará más.

Toco la mano de Néstor que crece

y me dice, qué bien, qué bien.

 (Poema póstumo de su hijo Marco Martos Carrera)

viernes, 27 de septiembre de 2024

LA EXTRAORDINARIA HISTORIA DE COLÁN

Por: Miguel Godos Curay

Colán, en algún recodo de su historia tuvo mayor población que Paita. El agua estaba cerca y posibilitaba la vida y el esplendor del comercio. Balsas y botes con las velas desplegadas daban vida a la bahía esmeralda. Cachemas, toyos y rayas son parte de una vieja crónica irrepetible y de un hato de recuerdos con sabor a brisa y sal. El “suco” de Colán rojo y sabroso es hoy parte de una leyenda. Los aparejos y artes de pesca son el testimonio de una vieja tradición marinera. Pocos conocen  que con Isabel Barreto de Mendaña, nacida en Lima en 1567, hija de portugueses. Casada en 1586 con Álvaro de Mendaña; adelantado de las Islas Salomón. Ella con muchas solteras de Colán partieron desde Paita el 16 de junio de 1595 hacia las Islas Salomón en busca de porvenir lo que  no era usual en ese tiempo. Le acompañaban tres de sus hermanos: Lorenzo, Luis y Diego y un sinfín  de peripecias.

Isabel Barreto de Mendaña partió de Paita a la Polinesia el 16 de junio de 1595

Al morir su esposo el  18 de octubre de 1595 prosiguió con la expedición ocupando la gobernación de las tierras  recién descubiertas. Abandonando las Islas Salomón se dirigió a Manila. En mayo de 1596 se casó con Fernando de Castro, Caballero de la Orden de Santiago y sobrino del gobernador de Filipinas Gómez Pérez Dasmariñas. Posteriormente se dirigió en el navío San Jerónimo  a Acapulco (México)  en donde fue  “encomendera” de Guanaco y su marido fue propuesto como Gobernador de Filipinas. En 1607 ambos solicitaron permiso para retornar a España, retornando años después al Perú en donde Fernando de Castro fue designado gobernador de Castrovirreyna cargo que ocupó entre 1612 al 1620. Isabel Barretó murió en esta ciudad el  3 de septiembre de 1612 a los 45 años y después de haber dado prueba de un talante indomable. En su testamento firmado el 15 de julio dispuso que sus restos sean sepultados en el convento de Santa Clara en Lima, donde estaba profesa monja su hermana Petronila Barreto de Castro.  De no haberse cumplido su disposición testamentaria sus retos reposan aún en Castrovirreyna (Huancavelica). Isabel Barreto es considerada la primera mujer almirante de España.

Los mejores marineros de los que se tiene noticia eran de Colán sabían de memoria el calendario lunar de las mareas y la dirección de los vientos para navegar. Otras veces cultivaban sus huertas y cuatro o cinco meses al año extraían brea  en Amotape para calafatear navíos y mantener el fuego  que daba luz a los faros. No es extraño que con tal experiencia comerciaban sal y pescado salado en el golfo de Guayaquil. Pocos conocen que sacos con los más dulces camotes de Colán, fueron la despensa durante el destierro y el exilio del presidente don José de La Mar. La Mar fue depuesto por Gamarra en Piura el 7 de junio de 1829 y embarcado rumbo a Costa Rica la madrugada del 9. A Punta Arenas, Costa Rica llegó el 23 de junio y se dirigió inmediatamente a Cartago donde fijó residencia y murió el 11 de octubre de 1830  a los 54 años. Refieren las crónicas que los boniatos que trajo  consigo su excelencia fueron la semilla de los más sabrosos  camotes que s pudo saborear desde entonces.

Para el historiador José Antonio del Busto Duthurburu uno de los más valiosos tesoros de Colán es su Iglesia edificada sobre la explanada de la huaca en la que se veneraba el ídolo tutelar de la comunidad: el ñaupaquene.  La huaca se podía observar desde mar afuera, las terrazas y la rampa había sido labrada  con deleznables piedras amarillas porosas. Advierte del Busto que el altar mayor: “Es barroco, tallado con prolijidad, dorado sin excesoy policromado con gusto gracias a rojos y azules. El primer golpe de vista es imborrable y evoca el año 1700, unos más unos menos, pero siempre por allí. El tabernáculo se da entre los bultos de San Pedro y de San Pablo, y la hrnacina central se abre sobre él luce trilobulada en gracioso angelamiento. Hoy está allí la Virgen de la Merced, pero antaño debió pertenecer a la Virgen del Rosario. A cada lado del nicho central hay uno menor y vacío, marcando la separación  gruesas y doradas  columnas salomónicas”. Afirma del Busto que “Colán, nada más que por su retablo máximo, ocupa un sitial de honor en la  Historia del Arte Colonial Peruano”.

Iglesia de San Lucas de Colán

Más adelante anotará: “Se sale, pues, de la Iglesia de Colán con sentimiento raro. Por un lado es alegre  por el hallazgo de esculturas y retablos fuera de lo común, valiosísimos, dañados y mutilados, pero salvables más por otro invade al saliente visitante la tristeza producida por la incuria, la malversación en obras frívolas, la ignorancia de quienes pueden hacer algo y no tienen ojos para ver”. En conclusión el patrimonio cultural de Colán tiene que preservarse como un legado parte de un rico pasado vislumbrando porvenir.

Pero que noticias encontramos de Colán en el siglo XIX. De lo que da cuenta el médico y naturalista francés René Lesson en febrero de 1823. La población de Colán se encarga de la provisión de agua a Paita la que se conduce en cantaros dispuestos en balsas y se comercia diariamente. Los aguateros se proveen por  la facilidad del agua que mana de un puquio y la proximidad al río Chira. El dinamismo de la provisión de agua sostiene la economía diaria. Algunos comerciantes disponen de algunos negros que ocupan en el comercio de la sal y el beneficio de pescado. La falta de agua en Tacalá y Catacaos permite que algunos vecinos  migren y arrienden tierras para cultivo en Colán.

Antaño el repartimiento de Colán tuvo varios encomenderos por disposición del propio Pizarro entre ellos Andrés Durand muerto en 1549. Ese mismo año Baltasar de Carvajal figura con el repartimiento del Valle de Colán y el pueblo de pescadores de Yasila. En la relación de lenguas indígenas confeccionada por el Obispo Martínez de Compañón en 1783 figuran como idiomas distintos, el Sechura, el Colán y el Catacaos.

El Plan mandado a registrar por el Obispo Baltazar Jaime Martínez de Compañón contiene, 43 voces castellanas traducidas a las ocho lenguas que hablan los indios de la costa, sierra y montaña del Obispado de Trujillo (1783).  Aparecen el quechua, el sechura, el colán, la lengua de Catacaos con sus propios términos. Lo que evidencia la existencia de un lengua y habla propia, probablemente, extinguida con el paso del tiempo pero que puede ser punto de partida para investigaciones lingüísticas. El sabio trujillano Jorge Zevallos Quiñones, en 1947, reprodujo la tabla del obispo indicando que la lengua de Sechura era muy diferente de las que se hablaba en Catacaos y Colán. Estas lenguas, advierte el filólogo Carlos Arrizabalaga, desaparecieron durante las guerras de la independencia y la de Sechura, probablemente en la generación posterior, pues  ya no se hablaban a mediados del siglo XIX.

El Ilustrísimo Obispo de Trujillo Baltazar Jaime Martínez de Compañón

Parte de este repertorio hemos transcrito 21palabras para ilustración de los lectores:

Lengua

castellana

(1783)

Lengua

Quichua

Lengua de Sechura en la Provincia de Piura

Lengua  de Colán en la Provincia de Piura

Lengua de Catacaos en la Provincia de Piura

Dios

Dios

Dioos

Tios

Thios

Hombre

Ccari

Succla

Yatadlam

Aszat

Mujer

Huammi

Cuctum

Pirn

Pichin

Alma

Alma

Almachi

Alma

Alma

Cuerpo

Veu

Cuerpocchi

Cuerpo

Cuerpo

Corazón

Sanco

Chusiupunma

Nessinim

Niesenichin

Carne

Aicha

Colt

Carne

Ccolt

Hueso

Tullu

Buño

Dladlapiram

Lalapechen

Padre

Yaya

Tachi

Mam

Patixi

Madre

Mama

Niña

Nun

Nichin

Hijo

Churi

Nosni

Hicum

Ycuchim

Hija

Vuanna

Nosni

Hicum

Ycuchim capuc

Hermano

Vauqui

Sicanni

Puam

Puachim

Hermana

Pana

Bapueni

Purum

Puruchim

Comer

Micui

Unuc

Agua

Aguachim

Beber

Vpiai

Tutuc

Cum

Conecue

Reír

Acci

Busuc

Chanar

Chanac

Llorar

Huaccai

Nic

Nar

Naracnacquirutin

Morir

Huanui

Lactuc

Dlacati

Lacatu

Gozo

Cusicui

Otmuc

Chagasin

Gozo

Dolor

Nanacui

Punuc

Masin

Masin

 

En 1718 el cacicazgo de Colán comprendía varios ayllus –sostiene la historiadora doña María Rostworowski- Colán, Camacho, Malacas, Nizama y Vitonera eran las parcialidades. Leguía y Martínez (1914) distingue entre Colán la antigua cercana al mar, La Capilla, o el nuevo Colán o San Lucas creado tras la destrucción del pueblo viejo, a consecuencia de dos incendios que lo arrasaron. El traslado del pueblo de pescadores a un asentamiento cerca de las chacras y sementeras guarda relación con el cambio de actividad económica.

Un episodio histórico es el acontecido el 10 de agosto de 1615, día de San Lorenzo en el que la apacible vida de Colán, fue amenazada por la presencia del corsario holandés Joris van Spilbergen quien después de asolar Huarmey se dirigió con el mismo propósito a Paita y Colán. Para entonces el Corregidor  Juan  de Andrade Colmenero, con gente de Piura y de Loja preparó la defensa del puerto. Como los piratas  no encontraron nada de importancia incendiaron el pueblo de Colán. Pero no se movieron de Paita. Sin contar con el coraje de la valerosa encomendera de Colán, doña Paula Piraldo de Andrade Herrera y Colmenero, que defendió con coraje el puerto rechazando al corsario.

Don Luis Antonio de Oviedo y Herrera Conde de la Granja le dedica épicos versos en el canto LXXXIX de su Poema a Santa Rosa de Lima:

 “Sigo al Pyrata a Payta, que me llama

  desde Colán su ilustre Encomendera

  Doña Paula Piraldo, cuya Fama

  Al puerto preservó de arder Hoguera,

  en la ocasión: y sus elogios clama

  con tal ponderación pluma extranjera. 

  que el Perú defraudara de esta gloria,

  Si a la mía no honrara su Memoria.”

Personaje renombrado de Colán fue don Luis Yuncherre, un próspero comerciante de Colán que tenía hatos de cabras, comerciaba sal con Guayaquil por lo que pagaba fletes de balseros. Don Luis comerciaba de igual a igual con españoles. También vendía y compraba toyo seco y botijas de vino. Era tal su prosperidad económica que había adquirido siete casas en Paita las que tenía en arriendo. Al morir legó en su testamento 200 pesos al convento de La Merced de Paita y 600 pesos para la fábrica de la iglesia de Colán por haber sido mayordomo de las cofradías de Nuestra Señora de la Veracruz, Ánimas del Purgatorio y el Santísimo Sacramento. Según la costumbre tenía varias mujeres, tres de ellas fuera de Colán. Y durante las festividades vestía con elegancia a la usanza española. Sobre este personaje María Rostworowski  publicó valiosos documentos que obran en el Archivo Departamental de Piura.

MOROS Y CRISTIANOS UNA ANTIGUA CELEBRACIÓN MEDIEVAL

Otro aspecto relevante en la vida de Colán es la de ser en el Perú  uno de los contados  escenarios de la tradicional representación de Moros y Cristianos. Se trata de una antigua danza ritual del siglo XVI que sólo se conserva en Huamantanga, localidad a 3,300 metros de altura a 113 kilómetros al noreste de Lima; en la Comunidad de Anduy (Canta, Lima), en Pampacocha (Canta, Lima),en Cañete, en  Virú (Trujillo) y  en Colán.

La danza data del siglo XVI en España y se celebra actualmente en las serranías andaluzas y algunos pueblos de Aragón. Atravesando el Atlántico Moros y Cristianos  aún se celebra en Puebla (México), Guatemala, Paraguay, Cabo Verde en Brasil  y  Perú. La estudiosa Milena Cáceres Valderrama acopió y recogió valiosos testimonios de los movimientos y parlamentos de la danza. La historia original se remonta a la conquista del reino moro de Granada por los Reyes Católicos. Estos acontecimientos sirvieron de inspiración al joven Lope de Vega, que a fines del siglo XVI sentó las bases de la comedia española teatralizando el enfrentamiento de la cristiana Castilla y Granada el último reducto de la España árabe. Dando cuenta del doloroso exilio y apremios de  Boabdil el último soberano moro.

Tradicional danza del Caballito en Colán

Chirimía y tamboril para animar la tradicional danzza.

Dabzabte con el caballito y simbólica espada

Estas representaciones teatrales en los atrios de las iglesias eran el complemento de las predicaciones de los curas doctrineros abordando la conversión de los moros, en  las poblaciones originarias de América. Cáceres Valderrama,  identifica en la danza: I) Momentos iniciales –objetivo, presagio y arenga- II) Centrales –la arenga, el reto y la guerra- y III) al final –victoria o derrota, enojo del rey-apoteosis del vencedor-bautizo de los moros sometidos- culminando con un festejo general. El caballo durante la  representación nos recuerda que se trata de una fiesta caballeresca. En la victoria resplandece la devoción a la Virgen y el triunfo de María qque no desoye a la cristiandad. Es probable, como señala el antropólogo mexicano Arturo Warman, que la representación de moros y cristianos haya dado origen a Moctezuma o danza de la conquista que se representaba durante la colonia en el atrio de la Iglesia de Amotape.

Los romances son poemas épico-líricos breves que se cantan acompañados de algún instrumento (chirimía o tamboril), en el marco de danzas corales, reuniones recreativas o de trabajo comunitario. La forma métrica del Romancero Castellano es una tirada de versos de dieciséis sílabas con asonancia monorrima, es decir, la misma versificación que los cantares de gesta medievales. Los romances más viejos datan, por lo general, del siglo XV; a lo más, alguno se remonta al siglo XIV. Los temas conservados desde el siglo VIII hasta el siglo XII incluyen al rey Rodrigo, a Carlomagno y sus Doce Pares, al Cid Campeador, al rey Alfonso VII y al rey Luis VII de Francia.

La Fiesta de Moros y Cristianos o La Danza de Moros y Cristianos o La Invención de Moros y Cristianos o La Relación de Moros y Cristianos, apelativos con el que se les conoce, aparecen en la Alta Edad Media, hacia el siglo XII. Las danzas de palos o juegos de cañas son bailes rústicos que se ejecutaban con unos palos en la mano simulando espadas, con las cuales unos y otros hacen un ruido concertado al compás del instrumento. Las danzas de espadas y palos, así como los juegos de cañas, aparecen relacionados con las comparsas de la danza de moros y cristianos.

Según  el medievalista don Ramón Menéndez Pidal: “El trasmisor es, a la vez, repetidor y autor, porque al recitar el romance lo siente suyo y, lejos de tomarlo en forma pasiva, lo incorpora a su propia imaginación y lo reproduce añadiendo un matiz propio. Por eso Menéndez Pidal denomina Autor-Legión al creador de la «Poesía Tradicional».” Mejor dicho los versos de los parlamentos se rehacen en cada repetición.

La Danza de Moros y Cristianos se festeja en el pueblo de San Lucas de Colán, de la provincia de Paita, en el departamento de Piura, los días 24, 25, 26 y 27 de octubre de cada año en honor de la Virgen de las Mercedes. El tercer día por la tarde tiene lugar la representación, según el documentado testimonio de Rogger Ravines.

En la obra aparecen los siguientes personajes:

Moros

Cristianos

Barba Roja, Rey Moro

(Primer Capitán de Nizama

Bernardo del Carpio,Emperador Cristiano

Primer Capitán de Colán

Mustafá Rey Moro

(Primer Capitán de Camacho)

Segismundo, Emperador Cristiano

(Primer Capitán de Huaura

Solimán, Embajador

(Segundo Capitán de Nizama)

Segismundo II, Embajador

(Segundo Capitán de Colán)

Sortibrán, Embajador

(Segundo Capitán de Camacho)

Regner, Embajador

(Segundo Capitán de Huaura)

                                                    Arzobispo

 Cuarenta a sesenta personajes secundarios o «compañeros» conforman la tropa de los cuatro capitanes. Refiere el autor el argumento de la obra: La batalla se inicia cuando Barba Roja envía a Solimán a la tienda de Bernardo del Carpio. Entonces los capitanes moros y cristianos se encaminan hacia el centro de la plaza iniciándose pequeños diálogos entre Bernardo del Carpio y Barba Roja, Segismundo y Mustafá. Se produce un choque cuerpo a cuerpo entre los cuatro capitanes, quedando derrotados los moros. La lucha se generaliza entre las cuatro caballerías. Derrotados, los moros se rinden. Barba Roja y Mustafá piden ser bautizados, siguiéndoles su tropa. En el Bautizo, Bernardo del Carpio, padrino de Barba Roja, le impone el nombre de José Mercedes, mientras que Mustafá, ahijado de Segismundo, recibe el de Manuel del Sacramento. [...]

Al finalizar el bautizo se cumple la procesión de Florida (Procesión del bautismo). Moros y Cristianos a pie giran por una vez alrededor de la plaza, después de lo cual montan sus caballos y vuelven a tomar su emplazamiento inicial en las mismas esquinas. Finaliza la representación cuando moros y cristianos galopan alrededor de la plaza arrojando los «parabienes», contenidos en los pequeños líos que portan en el brazo izquierdo. Como se observa, algunos personajes (Solimán, Bernardo y Arzobispo) son similares a los de El Cerco de Roma por el  Rey Desiderio de Luis Vélez de Guevara. Asimismo, vemos representadas en la pieza cuatro localidades con sus ejércitos: Nizama, Colán, Camacho y Huaura.

¿Cómo es que la danza de Moros y Cristianos reivindique a Barbarroja un pirata? Jeireddin Barbarroja fue uno de los más importantes corsarios musulmanes del siglo XVI. Fue responsable de una flota pirata que asoló el Mar Mediterráneo durante toda su vida. Junto con sus hermanos atacó los puertos más ricos del Mediterráneo siguiendo órdenes del Sultán Turco Souleiman o del Rey Francés Francisco I. Este corsario musulmán nació en Lesbos en 1475 y murió en 1518 combatiendo contra los españoles que trataban de reconquistar la ciudad de Tremecén, Argelia. Hoy se puede visitar su tumba en el cementerio de Besiktas de la capital turca.

Bernardo del Carpio fue un héroe legendario de la edad media española. Hijo del matrimonio de Ximena, infanta y hermana del rey Alfonso II de Asturias, y del Conde de Saldaña, Sancho Díaz. Según la Crónica General de España nació en el 794. Bernardo, es criado en la Corte bajo la protección de su tío el rey Alfonso II sin saber la suerte de sus padres: su padre prisionero en el Castillo de Luna en León y la madre encerrada en un convento. Dedicado a guerrear recupera el castillo del Carpio cerca a Salamanca el que devuelve al Rey Alfonso a cambio de la libertad de sus padres. Se historia que intervino con valentía y arrojo en la Segunda Batalla de Roncesvalles en el año 808 y junto con los pastores vascos  derrotaron a Roldán y a los Doce Pares de Francia.

BAÑOS DE ARENA PARA LOS PECADORES

La proximidad de Colán a La Bocana del Chira donde abundaba la zarzaparrilla lo convirtió en un balneario popular en donde los afectados por el mal gálico, mal venéreo se sumergían en los lodos curativos y posteriormente tomaban baños de arena caliente para sanarse. Por este motivo advierte Federico Blume Corbacho: “Los que se van a Piura, por lo general lo ocultan o lo disimulan, alegando negocios de algodón o de cueros de chivo. Los baños son allá de arena y nada tienen de aristocráticos ni de agradables. Un regreso de Piura no se luce ni se publica; es un secreto de familia”.

Federico Blume Corbacho (19.04.1863) fue hijo de Federico Blume y Othon, el ingeniero constructor del ferrocarril Paita-Piura. En 1879 editó en Paita el periodiquito “La Jaiba” en el que satirizaba las costumbres porteñas. A los 16, este año, fue testigo de la inmersión en la bahía de Paita del submarino fabricado por su padre. El primero de Sudamérica. Blume Othon lo ofreció al Gobierno de Prado, quien envió a Paita al Transporte “La Limeña” para llevar el aparato al Callao. La idea era fabricar un submarino más grande dotado de torpedos de potencia para perforar el casco de las naves chilenas. El proyecto se  abandonó tras la caída de Arica y la derrota del ejército del sur. Tenaz en sus proyectos, Blume puso en operación el submarino fabricado en Paita el que finalmente fue hundido frente al muelle de fleteros en el Callao. De aquí lo sacaron los chilenos. Parte del casco de este primer sumergible se conserva en Museo Naval de Talcahuano.

Capa bordada primosoramente para la celebración de Santiago Apostol

Tradicional cebiche con cancha y deliciosos camotes

El viento danza cada tarde. El sol de Colán reverbera como una mandarina en el horizonte. La luna es de Paita pero el sol es de Colán. Los candiles de los botes están apagados. La Macaria moja sus pies en la orillas de La esmeralda. Las cuatrimotos remueven la arena. Se curan “picaduras” de rayas dice un cartel. Pero ni el ají, ni el limón conjuran la desolada tristeza del corazón.