domingo, 24 de septiembre de 2023

TRADICIÓN MERCEDARIA DE PAITA

Por: Miguel Godos Curay

Venerada imagen de Nuestra Señora de la Merced de Paita

La Orden  de Santa María de la Merced (1218-2023) tiene 805 años de existencia su carisma fundacional es la liberación en favor de los que sufren a causa de su fe y padecen las consecuencias de las nuevas formas de cautividad. Desde sus inicios se consagraron a la redención de los cautivos cristianos. En sus primeras contiendas se enfrentaron a los árabes que en su llamada “guerra santa” se apoderaron del norte de África, gran parte de España, el sur de Francia y Sicilia. El Mediterráneo se había convertido prácticamente en un lago musulmán. Los sarracenos saqueaban tierras y arrasaban víveres, animales, telas y metales preciosos. Hombres, mujeres y niños engrosaban el mercado de venta de esclavos. La piratería en el Mediterráneo utilizó fueron siempre arrebatos violentos para atemorizar a los cristianos y obtener  riquezas.

Seis siglos de enfrentamientos tuvieron como saldo miles de prisioneros en ambas  partes. A un lado los creyentes en Cristo al otro extremo los de Alá. La Ley primera del título XXIX  de las Siete Partidas de Alfonso X les denomina “cautivos”. Así se denominaba a "aquellos hombres que caen en prisión de hombres de otra creencia" Privados de su libertad. Para el Islam los cautivos eran esclavos y botín de guerra. Cristiano cautivo y cristiano esclavo eran lo mismo. La economía del siglo XIII se movía gracias al comercio de esclavos.

LA ESCLAVITUD HUMANA

En esta perversa trata de personas a  los esclavos blancos se les llamaba piezas de marfil, a los negros piezas de ébano. Piezas de caoba o de carey a los indios centroamericanos  llamados “indios nicaraguas” en las colonias de América. A los chinos y japoneses piezas de bambú. Como suele suceder en situaciones extremas los negros procedentes de África reemplazaron a los indios diezmados por el trabajo esclavo y las pandemias. En las haciendas costeras los chinos recibían un trato inhumano en condición de esclavos. Entre 1849 y 1874 ingresaron 100 mil chinos al Perú.

El comercio de seres humanos tiene raíces muy antiguas. En América se inició con la conquista de españoles, ingleses y portugueses en los siglos XV y XVI bajo una modalidad de comercio humano llamado “trata de blancas”, el término cayó en desuso pues involucra a personas de diferentes razas y culturas. Este tipo de comercio no se limita a las mujeres sino que se extiende a hombres, niños y niñas. Esta modalidad de tráfico humano tiene una estructura criminal que compromete a traficantes de personas, reclutadores, intermediarios, clientes, falsificadores, transportistas, empresarios que de prostíbulos, hospedajes, proxenetas y narcotraficantes. Ante las indiferencia de muchos Estados que mantienen la omisión y tolerancia ante este problema. Las Naciones Unidas estiman que anualmente esta actividad delictiva y criminal mueve 17,000 millones de dólares. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) calcula que 500,000 mujeres entran a Europa Occidental para el tráfico sexual.

LOS ANTECEDENTES DE LA OMINOSA ESCLAVITUD

Hubo alzamientos y rebeliones. Aunque los reyes cristianos y  moros alegaban respetar a los esclavos, el bandidaje, la piratería y los abusos estaban a la orden del día. La reacción frente a este fenómeno político y religioso fueron las cruzadas promovidas por los príncipes cristianos y el pueblo creyente en defensa de su fe y de los santos lugares. Con la aprobación de la Iglesia surgieron las Órdenes Religiosas Militares con el único propósito de combatir a los infieles Entre ellos están los freires de San Juan del Hospital (1113), los Templarios (1119), los Caballeros de Alcántara (1156), los Calatravos (1158) y la Orden de Santiago (1175).

A contrapelo y sólo con las armas del fervor y la caridad aparecieron las Órdenes Religiosas Redentoras. En este grupo destacan la Orden de la Santísima Trinidad, fundada en Francia por san Juan de Mata, y la Orden de la Merced, fundada en España por san Pedro Nolasco (1180-1245) con el amparo del Rey de Aragón. Las formas de obtener la libertad eran variadas: La fuga, la apostasía, autoliberación, canje, entrega de rehenes, redención (alfaqueque, exea, relioso redentor) o manumisión. El 10 de agosto de 1218, se constituyó oficialmente la Orden de Santa María de la Merced de la Redención de Cautivos, con toda solemnidad y notoriedad, en el altar mayor, erigido sobre la tumba de santa Eulalia, de la Catedral de la Santa Cruz de Barcelona.

MERCEDARIOS EN LA FUNDACIÓN DE SAN MIGUEL

El cronista Ruiz Navarro afirma que los mercedarios Fray. Miguel de Orenes y Fray. Vicente Martín estuvieron presentes en la fundación de  San Miguel de Tangarará, en 1532. Allí se quedaron cuando Pizarro después de escarmentar, en la hoguera, a trece curacas del Chira enrumbó hacia Cajamarca. De san Miguel posteriormente se dirigieron al Cuzco y otros frailes recién venidos  de Panamá marcharon a Lima. En 1534 Fray Sebastián Castañeda fundó el convento de la Merced del Cuzco, en Cusipata, que hasta hoy ocupa.

En 1535 aparecen en el Cuzco Fray. Antonio de Almanza y Fray. Antonio de Solís, quienes acompañaron, en calidad de capellanes, a Diego de Almagro en la expedición a Chile.  Otro ilustre mercedario fue Fray. Juan de Vargas. En el año 1533 se embarcó en Sevilla para Santa Marta. Le encontramos en el Perú en 1537, y al año siguiente en el Cuzco ya como prior del convento.

El año 1539, Fray, Sebastián Castañeda se encontraba en Huamanga, “donde asiste a la primera fundación de la ciudad de Quinua y luego a su traslado, siendo el primero en administrar los sacramentos en ella.” En aquella ocasión fundó el convento de su Orden en Huamanga.

Por su parte, los mercedarios Fray. Miguel de Orenes y Fray. Diego Martínez, desde Piura marcharon hacia Lima, donde en 1534, instalados a orillas del río Rímac, en una precaria vivienda llamada «el conventillo», tenían una ermita en Pachacamac, y desde allí realizaban visitas apostólicas a los pueblos vecinos de Surco, Lurigancho, Carabayllo, antes que Pizarro se dirigiera a la costa

En 1535 Fray. Miguel de Orenes fundó el convento de la Merced en el lugar donde está actualmente en Lima. Por algo esta casa se llamó convento máximo de San Miguel. Orenes, como superior de la Merced por largos años, organizó en Lima y en sus provincias las doctrinas o centros misionales, atendidos por los mercedarios. Al mismo tiempo, por su ascendencia moral y antigüedad en la tierra, fue consejero de conquistadores y gobernadores, y estuvo presente en cuantos acontecimientos tuvieron lugar en su tiempo, como alzamientos de los naturales y guerras civiles entre los conquistadores. La Orden de la Merced, en rapidísima expansión, durante el siglo XVI estableció conventos en Trujillo (1535), Huamanga (1540), Arequipa (1540) y Chachapoyas (1541).En Paita se erigió una ermita en 1532 sobre cuyos muros se levantó el antiguo santuario en el que se veneraba  la imagen  de la Merced y  la de los santos fundadores de la orden  Pedro Nolasco y Ramón Nonato.

LA VENERADA IMAGEN MERCEDARIA DE PAITA

La imagen porteña venerada en Paita, es muy probable fue traída por los primeros mercedarios quienes propagaron su devoción. El historiador español Vicente Rodríguez Casado no descarta la posibilidad que sea originaria de las Filipinas. Otros como don Miguel Justino Ramírez sostienen que fue obra de la Escuela Quiteña. El santuario que aún se mantiene en pie. Tiene la forma de una iglesia presbiteriana porque probablemente fue remozada por carpinteros navales de los balleneros americanos que recalaban por largas temporadas en Paita.

El Jesuita Mario Cicala, hacia 1767, dice al respecto lo siguiente: “La Iglesia de La Merced ocupa un hermoso primer plano y al no tener por detrás aquel elevado fondo de colinas […] los navegantes descubren desde lejos esa iglesia [e] inmediatamente saludan con cinco o seis cañonazos a la prodigiosa y hermosa imagen de María Santísima de las Mercedes y luego cantan la salve con las letanías lauretanas.

Innumerables son los prodigios y gracias que cuentan los paiteños, los marineros y los patronos de las naves, obrados por aquella imagen de María Santísima de las Mercedes, famosa en el Océano Pacífico y Mar del Sur. No hay patrón de una nave pequeña o grande, que antes de zarpar y darse a la vela, no encargue celebrar una misa solemne y reciba en ella la Sagrada Comunión, junto con sus marineros, dejando copiosas limosnas para las velas de cera y para las lámparas, otro tanto hacen todos cuantos entran en el puerto, inmediatamente después de desembarcar”.

En los muros de este templo se han ubicado grisallas coloniales que dan cuenta de su antiguo esplendor. Ahí se conservaban  las valvas de un  taclobo gigante  que se empleaban como fuentes de agua bendita. Según registra la historia el sabio y naturalista francés  Charles-Marie de La Condamine, (1735) quiso adquirirlas pagando su peso en plata lo que los feligreses no aceptaron. Cofrade de la Merced fue la patriota quiteña doña Manuela Sáenz (1797-1856) que encargó en carta a su compadre en Quito el general Juan José Flores, quien administraba sus rentas, la adquisición de una imagen del Niño Dios un primoroso “quitiño” que durante años se colocó a los pies de la imagen y que hasta ahora se conserva y venera. Todo un ritual de las devotas es el vestido de la Virgen ocasión en que luce sus alhajas de oro, zarcillos, esclavinas y cadenas. En sus manos luce un cetro y grillos simbólicos de su poder liberador.  

PAITA  Y EL ATAQUE DE PIRATAS, CORSARIOS Y FILIBUSTEROS

La palabra pirata procede del griego “peirates” que significa aventurarse y por extensión designa al aventurero actuando de manera libre sin dependencia de ningún gobierno. Su propósito es el obtener botines. Los piratas existen desde que había embarcaciones a las que asaltar. Corsario etimológicamente de latín “cursus” significa carrera. A diferencias de los piratas trabajaban bajo las órdenes de un gobierno y sólo atacaban embarcaciones de una nacionalidad determinada. La denominada “patente de corso” es la licencia que autoriza al corsario. Esta podía ser: Permiso de paso, Carta patente y Carta de represalia que eran las formas de contrato entre un pirata y al gobierno o monarca que prestaba su servicio. En América incursionaron bajo la protección de Inglaterra, Francia y Holanda sin una patente explícita.

Bucaneros, actuaron solo en la costas del Caribe durante el siglo XVII eran aventureros de distintas nacionalidades se dedicaban  al comercio de carne ahumada para proveer a otros piratas y contrabandistas. Su denominación para unos es una deformación de la voz “arawak” que designaba en caribeño a quienes preparaban la carne para su conservación. Otros la relacionan con el francés “boucan”   que designa a las barbacoas en donde se conservaba la carne salada, seca y ahumada. Se trata de europeos –franceses, holandeses, españoles- que viven de manera libre dedicados a la caza y comercio. Filibustero es una palabra originaria del francés “filibustier” que se traduce como corsario, saqueador  y obstruccionista del comercio. También designa a los partidarios de la emancipación  las antiguas provincias ultramarinas de España.

LA INTENSA ACTIVIDAD PORTUARIA DE PAITA

Paita escribe Fray Reginaldo de Lizárraga (1545-1615) fue un puerto de intensa actividad comercial en el siglo XVI "escala de todos los navíos que bajan del puerto de la Ciudad de los Reyes a Panamá y México, y de los que suben de allá para estos reinos". Paita  desde 1587, sufrió el ataque de  corsarios y filibusteros: Joris Van Spilbergen, Thomas Cávendish, John Clipperton y George Anson, vagan, insomnes, en la sombra de las noches porteñas. Paita se vio asaltado, innumerables veces por filibusteros Sir Francis Drake, en 1579, sale con dirección a Paita, al tener noticia del viaje de galeones cargados de tesoros. A la altura del cabo de San Francisco apresa al navío español "Sacafuego" y redujo a cenizas la Iglesia, el Monasterio y los principales edificios de la ciudad. En 1585, Eduardo Davis asedia la ciudad durante seis días y concluye por reducirla a cenizas.

Richard Hawkins


En el año de 1587 Sir Thomas Cavendish


apresó en Trujillo al piloto de un navío español y lo envió a Paita como parlamentario para exigir un cupo a los vecinos. Los paiteños reacios a negociar con el enemigo, llevándose al piloto mensajero, huyeron de la ciudad. Cavendish se apoderó de caudales y mercaderías y arrasó con la población. El asedio violento provocó la destrucción de Paita. En 1593 y en 1594  asaltó Paita Richard Hawkins. En 1615, Joris Van Spilbergen recaló en Paita, ya prevenido para la defensa. Por eso el temido y famoso corsario Spilbergen intentó desembarcar en la caleta de Colán, en donde le hizo frente la encomendera doña Paula Piraldo y Herrera de Andrade y Colmenero, quien movilizó  a los pobladores Indios para oponerse al desembarco. De ella dice Leguía y Martínez "a la cabeza de la numerosa columna, ocupó los puestos de mayor peligro, dio con ello el más varonil ejemplo y reconfortó el espíritu de sus improvisados milicianos". El piloto holandés, atemorizado ante los aprestos bélicos de doña Paula Piraldo, levó anclas y enrumbó a Filipinas.

El poeta colonial D. Luis Antonio de Oviedo y Herrera, Conde la Granja, en la estrofa LXXXIX, del canto XII, de su "Poema a Santa Rosa de Lima", exalta la proeza de la encomendera:

“Sigo al pirata a Paita, que me llama /

desde Colán su ilustre Encomendera /

doña Paula Piraldo, cuya Fama /

el puerto preservó de arder hoguera /

en la ocasión; y sus elogios clama /

con tal ponderación pluma extranjera /

que al Perú defraudara de esta gloria, /

la mía no honrara su memoria”.

 

El Rey Felipe III, el 15 de octubre de 1618, elogió la hazaña de la heroína paiteña. Doña Paula era a la vez, una mujer generosa y creyente.  En el año 1680 John Watlin, inglés, se dirige contra Paita, pero es rechazado vigorosamente. En el mismo año William Ambrose  Cowley y Thomas Eaton, del grupo de piratas capitaneados por el inglés Guarlin, recalan en, Paita, donde apresan dos navíos fondeados en la rada. El 21 de marzo de 1720 fue Paita incendiada y saqueada nuevamente por piratas franceses al mando de Juan Clipperton. Piratas ingleses la asaltaron nuevamente el 18 de noviembre de 1741, a las diez de la noche, bajo el comando de Anson. El pirata cometió toda clase de tropelías y abusos  -según la tradición- intentó decapitar la imagen de la Virgen de Nuestra Señora de Las Mercedes. La huella del tajo aún se observa en el cuello de la venerada imagen.

El Jesuita Mario Cicala quien estuvo en el Puerto unos veinticinco años después de este asalto, anota lo siguiente: “No se debe olvidar el gran prodigio acaecido por aquella sagrada imagen de María Santísima de las Mercedes, durante la invasión de los ingleses capitaneada por el Almirante Anson, en el año indicado, a la ciudad de Paita. Al entrar aquellos impíos herejes en la Iglesia de la Merced, abandonada por los frailes, la saquearon completamente, luego de lo cual se pusieron los hábitos y ornamentos sagrados. 

Uno de ellos tuvo el atrevimiento de subirse al altar, y despojar a la Santísima Imagen de sus vestidos y adornos; la corona, pulseras, aretes, collares de perlas y demás joyas, pendientes del cuello y todos los demás adornos, después desenvainando un gran sable descargó sobre el cuello de la Imagen Sagrada un golpe con toda la fuerza de su brazo sacrílego, pronunciando mil blasfemias y palabras perversas contra la gran Madre de Dios. Descargó tantos y tantos golpes, hasta el cansancio de su endiablado brazo. Se puso luego con ambos brazos a asestar golpes de sable al cuello de la imagen, empeñándose con frenética furia a cortarlo del todo, más al ver frustrado su bestial propósito, descendió del altar y tiró al pavimento su sable, que de inmediato se rompió en pedazos pequeñísimos, como si se tratara del más frágil vidrio, por lo que el herético endemoniado y energúmeno agresor, se fue desesperado. Volvió sin embargo de inmediato, con mayor saña y furia y prendió fuego al altar y a la Iglesia; para reducirla a cenizas. 

Todo se quemó, menos la prodigiosa imagen de María Santísima, que quedó sin ningún daño del fuego. Solamente, por efecto de la serie de repetidos sablazos en el cuello, quedaron leves señales, ni más grandes ni profundas que el espesor de un delgado hilo de bramante. Yo, con mis ojos las observé varias veces y luego los religiosos hicieron teñir aquellas líneas del color de la sangre, para que pareciera una herida. Se me dijo que se procedió así, a fin de que desde abajo pudiera ser notado por todos”.

El 16 de noviembre de 1875, por disposición del Prefecto se instaló en la Iglesia la Merced el Colegio Electoral presidido por  el Sr. Baltazar Pallete.  A las 10 de la mañana, una vez reunidos 38 electores (más de dos tercios de los electores hábiles), se dio inicio al proceso electoral,  teniendo como uno de sus candidatos para Diputado Propietario a don Miguel Grau Seminario, miembro del Partido Civil, quien es elegido por mayoría absoluta, al obtener 38 votos. Conforme a la tradición los exámenes finales de la Escuela Náutica de Paita (1888-1900) que dirigía el Alférez de Fragata José Morales Saavedra y era su profesor don Daniel Castillo hasta su desaparición se realizaron con gran solemnidad en la Iglesia la Merced.

FRAY PEDRO URRACA EN PAITA

 

El padre Urraca.- Nació en España (Sigüenza, 1583), estudió con los jesuitas pero se incorporó a la orden mercedaria y llegó a Lima, donde se hizo sacerdote. Sus hagiógrafos cuentan que sufría constantes tentaciones del demonio que lograba vencer con rezos y cilicios. Según refieren, se ataba fuertemente una cadena a la cintura; estaba tan ceñida a su cuerpo que la piel empezó a crecer sobre ella. En cierta ocasión –prosiguen sus hagiógrafos- el diablo, furioso por los rezos de Urraca, lo persiguió por el claustro para golpearlo pero, milagrosamente, se abrió una pared para que se refugiara en la iglesia contigua. Dicen que tenía también el “don” de la profecía y que era un constante divulgador del culto de la Santísima Trinidad.

La cruz con la que predicaba es hoy objeto de veneración pública. Murió en 1657. En el librito Vida del V. P. Fr. Pedro Urraca de la Santísima Trinidad. Religioso de la Orden de la Merced, escrito por un religioso de la misma orden (Lima, s/f), es decir un texto casi anónimo, se lee lo siguiente: “Muchas veces robaba algunos ratos de su corto sueño para salir al claustro a orar o hacer alguna penitencia extraordinaria. Se cuenta que en una de esas ocasiones, después de orar al pie de la cruz, cargó con ella y, perseguido por el demonio, se abrió la pared de una manera milagrosa y el P. Urraca pasó tranquilamente por la hendidura cargando la cruz”.

Sus milagros y portentos eran noticia en Lima y Piura. Uno de estos correspondió al insólito encuentro con el nuevo virrey  Don Francisco de Borja y Aragón Príncipe de Esquilache (1615-1621) el virrey poeta, quien venía a asumir el gobierno y que acababa de desembarcar en Paita  A instancia del virrey, Fray. Pedro se integró a su comitiva en el viaje hacia Lima. Según las crónicas  del cofre del virrey cayó  en los  arenales del camino a San Miguel uno de sus diamantes sin que lo pudiese encontrar obligando a su séquito a cernir la arena sin resultados.  Fray. Pedro  quien marchaba sobre una dócil burra blanca extrañado  por los inusuales trajines se dirigió a su excelencia e indagó la causa de su desazón. El fraile metió la mano en la arena y la piedra preciosa apareció en la palma de su mano quedando todos estupefactos. El virrey  con los ojos desorbitados agradeció lo que según Fray Pedro era una prueba de la providencia a la paciencia del noble.

En Lima, Fray Pedro, acudía con regularidad a palacio a dirigir espiritualmente a las damas de la corte y a la princesa, de quien fue su confesor y a quien dedicó uno de los libros de espiritualidad que escribió y utilizó en su labor sacerdotal en algunos conventos de monjas, en donde tuvo muchas hijas de confesión. El virrey Príncipe de Esquilache, al retornar a España, en 1621, pidió a los prelados le diesen licencia a Fray. Pedro para que lo acompañara con su familia a España, lo que efectivamente se cumplió.

EL CIEGO DE LA MERCED:  UN MERCEDARIO PIURANO

Francisco del Castillo Andraca y Tamayo (¿Piura 1714?-Lima 1770).- Fue un poeta y dramaturgo de la orden mercedaria, hijo del corregidor Luis del Castillo y de Jordana Tamayo y Sosa. A pesar de que perdió la visión siendo niño, a los cuatro años, desarrolló, precozmente, una inteligencia y memoria sorprendentes; cuentan que solo de oídas aprendió Latín y Humanidades. Quedó huérfano en 1730, y heredó de su padre una imprenta y algunos bienes; sus parientes –dice su biografía- lo trataron de convencer para que contraiga matrimonio, pero el joven Francisco se rehusó y decidió optar por la vida religiosa. La Orden de La Merced le dispensó de su ceguera y le aceptó como lego en 1734.

De esta manera, El ciego de La Merced, como también le llamaron (para diferenciarlo de su homónimo, el jesuita), repetía disertaciones doctrinarias y poemas aprendidos solo de oídas; asimismo, comentaba, en forma de versos, los sucesos del día. También era llevado a tertulias en las que entonaba canciones sobre temas que le proponían y contestaba en verso las preguntas que le formulaban: incluso, dice que componía obras teatrales con los personajes que le describían, cuyas partes interpretaba inmediatamente con voz y gestos. Así, adquirió fama de brillante repentista sin que esto afectara la calidad de su cultura literaria. Murió en noviembre de 1770.

Aunque Castillo alcanzó fama en su tiempo y sus obras fueron preparadas para la imprenta, diversas circunstancias, entre ellas el juicio abierto a José Perfecto de Salas, su mecenas, hicieron que casi todas permanecieran inéditas, con lo que muchas de ellas quedaron olvidadas. Ricardo Palma le dedicó la tradición “El ciego de la Merced”, en las que reproduce sus más ingeniosas improvisaciones. La primera compilación de su obra la realizó el padre jesuita e historiador Rubén Vargas Ugarte (Castillo. Lima, 1948); su obra completa la publicaría Carlos Milla Batres en dos tomos en una tesis doctoral en San Marcos (1976) y César A. Debarbieri: Fray Francisco del Castillo O.M., Obra completa (Lima, 1996).

Sin duda, la historia de Paita y Piura, tiene en muchos  capítulos visos de tradición y leyenda. Su legado espiritual es invalorable.

Francisco del Castillo Andraca y Tamayo (¿Piura 1714?-Lima 1770).- Fue un poeta y dramaturgo de la orden mercedaria, hijo del corregidor Luis del Castillo y de Jordana Tamayo y Sosa. A pesar de que perdió la visión siendo niño, a los cuatro años, desarrolló, precozmente, una inteligencia y memoria sorprendentes; cuentan que solo de oídas aprendió Latín y Humanidades. Quedó huérfano en 1730, y heredó de su padre una imprenta y algunos bienes; sus parientes –dice su biografía- lo trataron de convencer para que contraiga matrimonio, pero el joven Francisco se rehusó y decidió optar por la vida religiosa. La Orden de La Merced le dispensó de su ceguera y le aceptó como lego en 1734.


La preciosa imagen  en 1960 fue coronada canónicamente por el Cardenal Richard Cushing legado pontificio al Congreso Eucarístico Nacional realizado en Piura. En 1985 Juan Pablo II con motivo de su visita a Piura le colocó una medalla como Estrella de la Evangelización. Piura, le tributa cada septiembre un sentido homenaje de amor filial que continuamente se renueva pese al paso de los años.

Este año se conmemora del Bicentenario de la proclamación de Nuestra Señora de las Mercedes como Gran Mariscala y Patrona de las Armas del Perú.  El Ayuntamiento de Paita la proclamó como Alcaldesa Perpetua de Paita por su permanente presencia en la historia de Paita desde los tiempos iniciales de la conquista española hasta nuestros días.

BIBLIOGRAFÍA

AMENAZAS GLOBALES A LA SEGURIDAD: LA TRATA DE PERSONAS, Pontificia Universidad Católica del Perú, Instituto de Estudios Internacionales (IDEI) 2005

APARICIO QUISPE Severo O. DE M. Obispo Auxiliar del Cusco, Mercedarios en la Evangelización del Perú. Revista Peruana de Historia Eclesiástica, 2 (1992) 91-151

CICALA  Mario, Descripción histórico-topográfica de la provincia de Quito de la Compañía de Jesús, Volumen1, BPR Publishers, 1994

DEL BUSTO DUTHURBURU José Antonio, La Hueste Perulera, Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial 1981.

GAMERO ESPARZA  Carlos[D1] , Esclavitud de por aca, la de ébano y de los otros, la historia paralela, Segunda parte 1825-2006 DC. Revista de Comunicación Vivat Academia.

LUCENA  SALMORAL Manuel, Piratas, Bucaneros, Filibusteros y Corsarios en América, Perros, mendigos y otros malditos del mar,  Colección Mar y América, Editorial MAPFRE, 1992.

NAVAJAS JOSA Belén, Piratas, Corsarios, Bucaneros, Filibusteros y Contrabandistas en la América Española, (Siglos XVI,XVII y XVIII) Antropología de América, 2003. http://recursos.ufv.es/docs/foro_revista_6.pdf

PASTOR Ricardo, PAITA: SU HISTORIA Y SU LEYENDA,  en Prosistas Piuranos, (Primer Festival del Libro Piurano-Octubre 1958) https://puropiura.blogspot.com/2011

 

 


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