Por: Miguel Godos Curay
Venerada imagen de Nuestra Señora de la Merced de Paita |
La Orden de Santa María de la Merced (1218-2023) tiene
805 años de existencia su carisma fundacional es la liberación en favor de los
que sufren a causa de su fe y padecen las consecuencias de las nuevas formas de
cautividad. Desde sus inicios se consagraron a la redención de los cautivos
cristianos. En sus primeras contiendas se enfrentaron a los árabes que en su
llamada “guerra santa” se apoderaron del norte de África, gran parte de España, el
sur de Francia y Sicilia. El Mediterráneo se había convertido prácticamente en
un lago musulmán. Los sarracenos saqueaban tierras y arrasaban víveres,
animales, telas y metales preciosos. Hombres, mujeres y niños engrosaban el
mercado de venta de esclavos. La piratería en el Mediterráneo utilizó fueron
siempre arrebatos violentos para atemorizar a los cristianos y obtener riquezas.
Seis siglos de
enfrentamientos tuvieron como saldo miles de prisioneros en ambas partes. A un lado los creyentes en Cristo al otro
extremo los de Alá. La Ley primera del título XXIX de las Siete Partidas de Alfonso X les
denomina “cautivos”. Así
se denominaba a "aquellos hombres que caen en prisión de hombres de otra
creencia" Privados de su libertad. Para el Islam los cautivos eran
esclavos y botín de guerra. Cristiano cautivo y cristiano esclavo eran lo
mismo. La economía del siglo XIII se movía gracias al comercio de esclavos.
LA ESCLAVITUD HUMANA
En esta perversa trata de
personas a los esclavos blancos se les
llamaba piezas de marfil, a los negros piezas de ébano. Piezas de caoba o de
carey a los indios centroamericanos
llamados “indios nicaraguas” en las colonias de América. A los chinos y
japoneses piezas de bambú. Como suele suceder en situaciones extremas los
negros procedentes de África reemplazaron a los indios diezmados por el trabajo
esclavo y las pandemias. En las haciendas costeras los chinos recibían un trato
inhumano en condición de esclavos. Entre 1849 y 1874 ingresaron 100 mil chinos
al Perú.
El comercio de seres humanos
tiene raíces muy antiguas. En América se inició con la conquista de españoles,
ingleses y portugueses en los siglos XV y XVI bajo una modalidad de comercio
humano llamado “trata de blancas”, el término cayó en desuso pues involucra a
personas de diferentes razas y culturas. Este tipo de comercio no se limita a
las mujeres sino que se extiende a hombres, niños y niñas. Esta modalidad de
tráfico humano tiene una estructura criminal que compromete a traficantes de
personas, reclutadores, intermediarios, clientes, falsificadores,
transportistas, empresarios que de prostíbulos, hospedajes, proxenetas y
narcotraficantes. Ante las indiferencia de muchos Estados que mantienen la
omisión y tolerancia ante este problema. Las Naciones Unidas estiman que anualmente
esta actividad delictiva y criminal mueve 17,000 millones de dólares. La
Organización Internacional para las Migraciones (OIM) calcula que 500,000
mujeres entran a Europa Occidental para el tráfico sexual.
LOS ANTECEDENTES DE LA OMINOSA ESCLAVITUD
Hubo alzamientos y
rebeliones. Aunque los reyes cristianos y
moros alegaban respetar a los esclavos, el bandidaje, la piratería y los
abusos estaban a la orden del día. La reacción frente a este fenómeno político
y religioso fueron las cruzadas promovidas por los príncipes cristianos y el
pueblo creyente en defensa de su fe y de los santos lugares. Con la aprobación
de la Iglesia surgieron las Órdenes Religiosas Militares con el único propósito
de combatir a los infieles Entre ellos están los freires de San Juan del Hospital (1113),
los Templarios (1119), los Caballeros de Alcántara (1156), los Calatravos
(1158) y la Orden de Santiago (1175).
A contrapelo y sólo con las
armas del fervor y la caridad aparecieron las Órdenes Religiosas Redentoras. En este grupo destacan la
Orden de la Santísima Trinidad, fundada en Francia por san Juan de Mata, y la
Orden de la Merced, fundada en España por san Pedro Nolasco (1180-1245) con el
amparo del Rey de Aragón. Las formas de obtener la libertad eran variadas: La
fuga, la apostasía, autoliberación, canje, entrega de rehenes, redención (alfaqueque, exea, relioso
redentor) o manumisión. El
10 de agosto de 1218, se constituyó oficialmente la Orden de Santa María de la
Merced de la Redención de Cautivos, con toda solemnidad y notoriedad, en el
altar mayor, erigido sobre la tumba de santa Eulalia, de la Catedral de la
Santa Cruz de Barcelona.
MERCEDARIOS EN LA FUNDACIÓN
DE SAN MIGUEL
El cronista Ruiz Navarro
afirma que los mercedarios Fray. Miguel de Orenes y Fray. Vicente Martín estuvieron
presentes en la fundación de San Miguel
de Tangarará, en 1532. Allí se quedaron cuando Pizarro después de escarmentar,
en la hoguera, a trece curacas del Chira enrumbó hacia Cajamarca. De san Miguel
posteriormente se dirigieron al Cuzco y otros frailes recién venidos de Panamá marcharon a Lima. En 1534 Fray Sebastián
Castañeda fundó el convento de la Merced del Cuzco, en Cusipata, que hasta hoy
ocupa.
En 1535 aparecen en el Cuzco
Fray. Antonio de Almanza y Fray. Antonio de Solís, quienes acompañaron, en
calidad de capellanes, a Diego de Almagro en la expedición a Chile. Otro ilustre mercedario fue Fray. Juan de
Vargas. En el año 1533 se embarcó en Sevilla para Santa Marta. Le encontramos
en el Perú en 1537, y al año siguiente en el Cuzco ya como prior del convento.
El año 1539, Fray, Sebastián
Castañeda se encontraba en Huamanga, “donde asiste a la primera fundación de la
ciudad de Quinua y luego a su traslado, siendo el primero en administrar los
sacramentos en ella.” En aquella ocasión fundó el convento de su Orden en
Huamanga.
Por su parte, los
mercedarios Fray. Miguel de Orenes y Fray. Diego Martínez, desde Piura marcharon
hacia Lima, donde en 1534, instalados a orillas del río Rímac, en una precaria
vivienda llamada «el conventillo», tenían una ermita en Pachacamac, y desde
allí realizaban visitas apostólicas a los pueblos vecinos de Surco, Lurigancho,
Carabayllo, antes que Pizarro se dirigiera a la costa
En 1535 Fray. Miguel de
Orenes fundó el convento de la Merced en el lugar donde está actualmente en
Lima. Por algo esta casa se llamó convento máximo de San Miguel. Orenes, como
superior de la Merced por largos años, organizó en Lima y en sus provincias las
doctrinas o centros misionales, atendidos por los mercedarios. Al mismo tiempo,
por su ascendencia moral y antigüedad en la tierra, fue consejero de
conquistadores y gobernadores, y estuvo presente en cuantos acontecimientos
tuvieron lugar en su tiempo, como alzamientos de los naturales y guerras
civiles entre los conquistadores. La Orden de la Merced, en rapidísima
expansión, durante el siglo XVI estableció conventos en Trujillo (1535),
Huamanga (1540), Arequipa (1540) y Chachapoyas (1541).En Paita se erigió una
ermita en 1532 sobre cuyos muros se levantó el antiguo santuario en el que se
veneraba la imagen de la Merced y la de los santos fundadores de la orden Pedro Nolasco y Ramón Nonato.
LA VENERADA IMAGEN
MERCEDARIA DE PAITA
La imagen porteña venerada
en Paita, es muy probable fue traída por los primeros mercedarios quienes
propagaron su devoción. El historiador español Vicente Rodríguez Casado no
descarta la posibilidad que sea originaria de las Filipinas. Otros como don
Miguel Justino Ramírez sostienen que fue obra de la Escuela Quiteña. El
santuario que aún se mantiene en pie. Tiene la forma de una iglesia
presbiteriana porque probablemente fue remozada por carpinteros navales de los balleneros
americanos que recalaban por largas temporadas en Paita.
El Jesuita Mario Cicala,
hacia 1767, dice al respecto lo siguiente: “La Iglesia de La Merced ocupa un
hermoso primer plano y al no tener por detrás aquel elevado fondo de colinas
[…] los navegantes descubren desde lejos esa iglesia [e] inmediatamente saludan
con cinco o seis cañonazos a la prodigiosa y hermosa imagen de María Santísima
de las Mercedes y luego cantan la salve con las letanías lauretanas.
Innumerables son los
prodigios y gracias que cuentan los paiteños, los marineros y los patronos de
las naves, obrados por aquella imagen de María Santísima de las Mercedes,
famosa en el Océano Pacífico y Mar del Sur. No hay patrón de una nave pequeña o
grande, que antes de zarpar y darse a la vela, no encargue celebrar una misa
solemne y reciba en ella la Sagrada Comunión, junto con sus marineros, dejando
copiosas limosnas para las velas de cera y para las lámparas, otro tanto hacen
todos cuantos entran en el puerto, inmediatamente después de desembarcar”.
En los muros de este templo
se han ubicado grisallas coloniales que dan cuenta de su antiguo esplendor. Ahí
se conservaban las valvas de un taclobo gigante que se empleaban como fuentes de agua
bendita. Según registra la historia el sabio y naturalista francés Charles-Marie de La Condamine, (1735) quiso adquirirlas
pagando su peso en plata lo que los feligreses no aceptaron. Cofrade de la
Merced fue la patriota quiteña doña Manuela Sáenz (1797-1856) que encargó en
carta a su compadre en Quito el general Juan José Flores, quien administraba
sus rentas, la adquisición de una imagen del Niño Dios un primoroso “quitiño”
que durante años se colocó a los pies de la imagen y que hasta ahora se
conserva y venera. Todo un ritual de las devotas es el vestido de la Virgen
ocasión en que luce sus alhajas de oro, zarcillos, esclavinas y cadenas. En sus
manos luce un cetro y grillos simbólicos de su poder liberador.
PAITA Y EL ATAQUE DE PIRATAS, CORSARIOS Y
FILIBUSTEROS
La palabra pirata procede del griego “peirates” que significa aventurarse y por extensión designa al aventurero actuando de manera libre sin dependencia de ningún gobierno. Su propósito es el obtener botines. Los piratas existen desde que había embarcaciones a las que asaltar. Corsario etimológicamente de latín “cursus” significa carrera. A diferencias de los piratas trabajaban bajo las órdenes de un gobierno y sólo atacaban embarcaciones de una nacionalidad determinada. La denominada “patente de corso” es la licencia que autoriza al corsario. Esta podía ser: Permiso de paso, Carta patente y Carta de represalia que eran las formas de contrato entre un pirata y al gobierno o monarca que prestaba su servicio. En América incursionaron bajo la protección de Inglaterra, Francia y Holanda sin una patente explícita.
Bucaneros, actuaron solo en la costas del Caribe durante el siglo XVII eran aventureros de distintas nacionalidades se dedicaban al comercio de carne ahumada para proveer a otros piratas y contrabandistas. Su denominación para unos es una deformación de la voz “arawak” que designaba en caribeño a quienes preparaban la carne para su conservación. Otros la relacionan con el francés “boucan” que designa a las barbacoas en donde se conservaba la carne salada, seca y ahumada. Se trata de europeos –franceses, holandeses, españoles- que viven de manera libre dedicados a la caza y comercio. Filibustero es una palabra originaria del francés “filibustier” que se traduce como corsario, saqueador y obstruccionista del comercio. También designa a los partidarios de la emancipación las antiguas provincias ultramarinas de España.
LA INTENSA ACTIVIDAD
PORTUARIA DE PAITA
Paita escribe Fray Reginaldo
de Lizárraga (1545-1615) fue un puerto de intensa actividad comercial en el
siglo XVI "escala de todos los navíos que bajan del puerto de la Ciudad de
los Reyes a Panamá y México, y de los que suben de allá para estos
reinos". Paita desde 1587, sufrió
el ataque de corsarios y filibusteros: Joris
Van Spilbergen, Thomas Cávendish, John Clipperton y George Anson, vagan,
insomnes, en la sombra de las noches porteñas. Paita se vio asaltado, innumerables veces
por filibusteros Sir Francis Drake, en 1579, sale con dirección a Paita, al
tener noticia del viaje de galeones cargados de tesoros. A la altura del cabo
de San Francisco apresa al navío español "Sacafuego" y redujo a
cenizas la Iglesia, el Monasterio y los principales edificios de la ciudad. En
1585, Eduardo Davis asedia la ciudad durante seis días y concluye por reducirla
a cenizas.
apresó en Trujillo al piloto de un navío español y lo envió a Paita como parlamentario para exigir un cupo a los vecinos. Los paiteños reacios a negociar con el enemigo, llevándose al piloto mensajero, huyeron de la ciudad. Cavendish se apoderó de caudales y mercaderías y arrasó con la población. El asedio violento provocó la destrucción de Paita. En 1593 y en 1594 asaltó Paita Richard Hawkins. En 1615, Joris Van Spilbergen recaló en Paita, ya prevenido para la defensa. Por eso el temido y famoso corsario Spilbergen intentó desembarcar en la caleta de Colán, en donde le hizo frente la encomendera doña Paula Piraldo y Herrera de Andrade y Colmenero, quien movilizó a los pobladores Indios para oponerse al desembarco. De ella dice Leguía y Martínez "a la cabeza de la numerosa columna, ocupó los puestos de mayor peligro, dio con ello el más varonil ejemplo y reconfortó el espíritu de sus improvisados milicianos". El piloto holandés, atemorizado ante los aprestos bélicos de doña Paula Piraldo, levó anclas y enrumbó a Filipinas.
El poeta colonial D. Luis
Antonio de Oviedo y Herrera, Conde la Granja, en la estrofa LXXXIX, del canto XII,
de su "Poema a Santa Rosa de Lima", exalta la proeza de la
encomendera:
“Sigo
al pirata a Paita, que me llama /
desde
Colán su ilustre Encomendera /
doña
Paula Piraldo, cuya Fama /
el
puerto preservó de arder hoguera /
en
la ocasión; y sus elogios clama /
con
tal ponderación pluma extranjera /
que
al Perú defraudara de esta gloria, /
la
mía no honrara su memoria”.
El Rey Felipe III, el 15 de octubre de 1618, elogió la hazaña de la heroína paiteña. Doña Paula era a la vez, una mujer generosa y creyente. En el año 1680 John Watlin, inglés, se dirige contra Paita, pero es rechazado vigorosamente. En el mismo año William Ambrose Cowley y Thomas Eaton, del grupo de piratas capitaneados por el inglés Guarlin, recalan en, Paita, donde apresan dos navíos fondeados en la rada. El 21 de marzo de 1720 fue Paita incendiada y saqueada nuevamente por piratas franceses al mando de Juan Clipperton. Piratas ingleses la asaltaron nuevamente el 18 de noviembre de 1741, a las diez de la noche, bajo el comando de Anson. El pirata cometió toda clase de tropelías y abusos -según la tradición- intentó decapitar la imagen de la Virgen de Nuestra Señora de Las Mercedes. La huella del tajo aún se observa en el cuello de la venerada imagen.
El Jesuita Mario Cicala quien estuvo en el Puerto unos veinticinco años después de este asalto, anota lo siguiente: “No se debe olvidar el gran prodigio acaecido por aquella sagrada imagen de María Santísima de las Mercedes, durante la invasión de los ingleses capitaneada por el Almirante Anson, en el año indicado, a la ciudad de Paita. Al entrar aquellos impíos herejes en la Iglesia de la Merced, abandonada por los frailes, la saquearon completamente, luego de lo cual se pusieron los hábitos y ornamentos sagrados.
Uno de ellos tuvo el atrevimiento de subirse al altar, y despojar a la Santísima Imagen de sus vestidos y adornos; la corona, pulseras, aretes, collares de perlas y demás joyas, pendientes del cuello y todos los demás adornos, después desenvainando un gran sable descargó sobre el cuello de la Imagen Sagrada un golpe con toda la fuerza de su brazo sacrílego, pronunciando mil blasfemias y palabras perversas contra la gran Madre de Dios. Descargó tantos y tantos golpes, hasta el cansancio de su endiablado brazo. Se puso luego con ambos brazos a asestar golpes de sable al cuello de la imagen, empeñándose con frenética furia a cortarlo del todo, más al ver frustrado su bestial propósito, descendió del altar y tiró al pavimento su sable, que de inmediato se rompió en pedazos pequeñísimos, como si se tratara del más frágil vidrio, por lo que el herético endemoniado y energúmeno agresor, se fue desesperado. Volvió sin embargo de inmediato, con mayor saña y furia y prendió fuego al altar y a la Iglesia; para reducirla a cenizas.
Todo se quemó, menos la prodigiosa imagen de María Santísima, que quedó sin ningún daño del fuego. Solamente, por efecto de la serie de repetidos sablazos en el cuello, quedaron leves señales, ni más grandes ni profundas que el espesor de un delgado hilo de bramante. Yo, con mis ojos las observé varias veces y luego los religiosos hicieron teñir aquellas líneas del color de la sangre, para que pareciera una herida. Se me dijo que se procedió así, a fin de que desde abajo pudiera ser notado por todos”.
El 16 de noviembre de 1875, por disposición del Prefecto se instaló en la Iglesia la Merced el Colegio Electoral presidido por el Sr. Baltazar Pallete. A las 10 de la mañana, una vez reunidos 38 electores (más de dos tercios de los electores hábiles), se dio inicio al proceso electoral, teniendo como uno de sus candidatos para Diputado Propietario a don Miguel Grau Seminario, miembro del Partido Civil, quien es elegido por mayoría absoluta, al obtener 38 votos. Conforme a la tradición los exámenes finales de la Escuela Náutica de Paita (1888-1900) que dirigía el Alférez de Fragata José Morales Saavedra y era su profesor don Daniel Castillo hasta su desaparición se realizaron con gran solemnidad en la Iglesia la Merced.
FRAY PEDRO URRACA EN PAITA
El padre Urraca.- Nació en
España (Sigüenza, 1583), estudió con los jesuitas pero se incorporó a la orden
mercedaria y llegó a Lima, donde se hizo sacerdote. Sus hagiógrafos cuentan que
sufría constantes tentaciones del demonio que lograba vencer con rezos y
cilicios. Según refieren, se ataba fuertemente una cadena a la cintura; estaba
tan ceñida a su cuerpo que la piel empezó a crecer sobre ella. En cierta
ocasión –prosiguen sus hagiógrafos- el diablo, furioso por los rezos de Urraca,
lo persiguió por el claustro para golpearlo pero, milagrosamente, se abrió una
pared para que se refugiara en la iglesia contigua. Dicen que tenía también el
“don” de la profecía y que era un constante divulgador del culto de la
Santísima Trinidad.
La cruz con la que predicaba
es hoy objeto de veneración pública. Murió en 1657. En el librito Vida del V.
P. Fr. Pedro Urraca de la Santísima Trinidad. Religioso de la Orden de la
Merced, escrito por un religioso de la misma orden (Lima, s/f), es decir un
texto casi anónimo, se lee lo siguiente: “Muchas veces robaba algunos ratos de
su corto sueño para salir al claustro a orar o hacer alguna penitencia
extraordinaria. Se cuenta que en una de esas ocasiones, después de orar al pie
de la cruz, cargó con ella y, perseguido por el demonio, se abrió la pared de
una manera milagrosa y el P. Urraca pasó tranquilamente por la hendidura
cargando la cruz”.
Sus milagros y portentos
eran noticia en Lima y Piura. Uno de estos correspondió al insólito encuentro
con el nuevo virrey Don Francisco de
Borja y Aragón Príncipe de Esquilache (1615-1621) el virrey poeta, quien venía
a asumir el gobierno y que acababa de desembarcar en Paita A instancia del virrey, Fray. Pedro se integró
a su comitiva en el viaje hacia Lima. Según las crónicas del cofre del virrey cayó en los
arenales del camino a San Miguel uno de sus diamantes sin que lo pudiese
encontrar obligando a su séquito a cernir la arena sin resultados. Fray. Pedro
quien marchaba sobre una dócil burra blanca extrañado por los inusuales trajines se dirigió a su
excelencia e indagó la causa de su desazón. El fraile metió la mano en la arena
y la piedra preciosa apareció en la palma de su mano quedando todos
estupefactos. El virrey con los ojos
desorbitados agradeció lo que según Fray Pedro era una prueba de la providencia
a la paciencia del noble.
En Lima, Fray Pedro, acudía
con regularidad a palacio a dirigir espiritualmente a las damas de la corte y a
la princesa, de quien fue su confesor y a quien dedicó uno de los libros de
espiritualidad que escribió y utilizó en su labor sacerdotal en algunos
conventos de monjas, en donde tuvo muchas hijas de confesión. El virrey
Príncipe de Esquilache, al retornar a España, en 1621, pidió a los prelados le
diesen licencia a Fray. Pedro para que lo acompañara con su familia a España,
lo que efectivamente se cumplió.
EL CIEGO DE LA MERCED: UN MERCEDARIO PIURANO
De esta manera, El ciego de La Merced, como también le llamaron (para diferenciarlo de su homónimo, el jesuita), repetía disertaciones doctrinarias y poemas aprendidos solo de oídas; asimismo, comentaba, en forma de versos, los sucesos del día. También era llevado a tertulias en las que entonaba canciones sobre temas que le proponían y contestaba en verso las preguntas que le formulaban: incluso, dice que componía obras teatrales con los personajes que le describían, cuyas partes interpretaba inmediatamente con voz y gestos. Así, adquirió fama de brillante repentista sin que esto afectara la calidad de su cultura literaria. Murió en noviembre de 1770.
Aunque Castillo alcanzó fama
en su tiempo y sus obras fueron preparadas para la imprenta, diversas
circunstancias, entre ellas el juicio abierto a José Perfecto de Salas, su
mecenas, hicieron que casi todas permanecieran inéditas, con lo que muchas de
ellas quedaron olvidadas. Ricardo Palma le dedicó la tradición “El ciego de la
Merced”, en las que reproduce sus más ingeniosas improvisaciones. La primera
compilación de su obra la realizó el padre jesuita e historiador Rubén Vargas
Ugarte (Castillo. Lima, 1948); su obra completa la publicaría Carlos Milla
Batres en dos tomos en una tesis doctoral en San Marcos (1976) y César A.
Debarbieri: Fray Francisco del Castillo O.M., Obra completa (Lima, 1996).
Sin duda, la historia de Paita y Piura, tiene en muchos capítulos visos de tradición y leyenda. Su legado espiritual es invalorable.
La preciosa imagen en 1960 fue coronada canónicamente por el Cardenal Richard Cushing legado pontificio al Congreso Eucarístico Nacional realizado en Piura. En 1985 Juan Pablo II con motivo de su visita a Piura le colocó una medalla como Estrella de la Evangelización. Piura, le tributa cada septiembre un sentido homenaje de amor filial que continuamente se renueva pese al paso de los años.
Este año se conmemora del Bicentenario de la proclamación de Nuestra Señora de las Mercedes como Gran Mariscala y Patrona de las Armas del Perú. El Ayuntamiento de Paita la proclamó como Alcaldesa Perpetua de Paita por su permanente presencia en la historia de Paita desde los tiempos iniciales de la conquista española hasta nuestros días.
BIBLIOGRAFÍA
AMENAZAS GLOBALES A LA
SEGURIDAD: LA TRATA DE PERSONAS, Pontificia Universidad Católica del Perú,
Instituto de Estudios Internacionales (IDEI) 2005
APARICIO QUISPE Severo O. DE
M. Obispo Auxiliar del Cusco, Mercedarios en la Evangelización del Perú.
Revista Peruana de Historia Eclesiástica, 2 (1992) 91-151
CICALA Mario, Descripción
histórico-topográfica de la provincia de Quito de la Compañía de Jesús,
Volumen1, BPR Publishers, 1994
DEL BUSTO DUTHURBURU José
Antonio, La Hueste Perulera, Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo
Editorial 1981.
GAMERO ESPARZA Carlos[D1] ,
Esclavitud
de por aca, la de ébano y de los otros, la historia paralela, Segunda parte
1825-2006 DC. Revista de Comunicación Vivat Academia.
LUCENA SALMORAL Manuel, Piratas, Bucaneros,
Filibusteros y Corsarios en América, Perros, mendigos y otros malditos del
mar, Colección Mar y América, Editorial
MAPFRE, 1992.
NAVAJAS JOSA Belén, Piratas,
Corsarios, Bucaneros, Filibusteros y Contrabandistas en la América Española, (Siglos
XVI,XVII y XVIII) Antropología de América, 2003. http://recursos.ufv.es/docs/foro_revista_6.pdf
PASTOR Ricardo, PAITA:
SU HISTORIA Y SU LEYENDA, en Prosistas
Piuranos, (Primer Festival del Libro Piurano-Octubre 1958) https://puropiura.blogspot.com/2011
El presente blog nos ilustra de forma muy detallada la historia de de la tradición mercedaria en paita ,ilustrandonos los principales acontecimientos históricos de aquella época
ResponderEliminar