Por: Miguel Godos Curay
Universidad Nacional de Piura
MIguel Gerónimo Seminario y Jaime
Piura, es el único rincón del Perú en donde el sol nunca se devalúa, porque hay sol todo el año, la chicha nunca se evapora y la amistad nunca se extingue. Un pueblo que se nutre de su pasado es un pueblo que tiene futuro. Y es un pueblo que asume con tenacidad su presente. Piura es Grau el epónimo almirante, pero también la retina encandilada de Merino, el sentido pleno de la justicia en un tribuno como Ignacio Escudero, una apuesta por la educación en Luciano Castillo, el socialista confeso que creó su universidad y el martirio en Paredes Maceda y Ramos Plata. Piura galvanizada contra los diluvios. Tus hijos, tus churres, tus jóvenes, tus mujeres, tus ancianos evocan hoy el Bicentésimo segundo aniversario de la Independencia de San Miguel de Piura.
Piura en el momento previo a la
independencia tiene 44,497 habitantes, distribuidos en 23 poblaciones, grandes
y pequeñas, tiene 58 haciendas de magnitud feudal. La mayor parte de la
población es india y mestiza a los que se suman pardos libres de las vegas de
Morropón, Tangarará, la Chira, y el Arenal que superan al número de criollos.
San Miguel del Villar de Piura tiene 7,203
pobladores entre españoles
afincados desde la conquista, mestizos e indios de la Parroquia de San
Sebastián.
El 4 de junio de 1812 los
indígenas de Huarmaca encabezados por el oficial y alcalde de españoles de
Huancabamba Silvestre Adrianzén y Francisco García iniciaron una protesta oponiéndose
al pago del diezmo y la gruesa. A esta demanda se adhirieron los pueblos de
Huancabamba, Sóndor, Sondorillo y los pueblos aledaños. El 9 de noviembre de
1812 las cortes de España abolieron las mitas y servicios personales de los
indios. La medida fue interpretada como un acto de justicia acatándose sin
reparos lo que dejó malparadas a las autoridades españolas locales.
A fines del siglo XVIII según
el informe de Lecuanda tiene 44,497 habitantes distribuidos en 23 poblaciones
de su vasto territorio. Existían 58 haciendas de magnitud feudal, algunos
poblados a lo largo de los caminos para aprovisionar a los trajinantes. La
población mayoritaria era india y mestiza a la que sumaban pardos libres y mulatos en las vegas de
Morropón. San Miguel del Villar de Piura tenía 7.203 habitantes entre sus vecinos había españoles afincados desde
los tiempos de la conquista y numerosos indios de la parroquia de San Sebastián
al sur de la ciudad.
La economía de la Intendencia
se sostenía con el comercio del algodón,
pescado seco salado provisto por Colán y Sechura. También la venta de mulas para los arrieros consideradas las más finas del
Perú. No faltaban los hatos de cabras que también abastecían de sebo a las
jabonerías, apreciada era la brea de Amotape para el calafateo de los navíos.
También se comerciaba quina procedente de Huancabamba y Loja que era apreciada
contra el paludismo y sogas, drizas y cabuyas de confección artesanal.
La Constitución de Cádiz se
acató en Piura
El 31 de diciembre de 1812
José Mechato, Cacique de Catacaos, juró la Constitución de Cádiz. La
constitución gaditana consideraba no sólo españoles a los nacidos en la
península sino también a los nacidos en América incluyendo a los indios. Esta
extensión de la nacionalidad sin distingos en una sociedad estamental, con
castas y clases fue interpretada como un terremoto social. Para muchos el
comienzo del fin.
Entre 1817 a 1820, la franja
litoral de Piura, perdió su tranquilidad por la incursión y acoso de
insurreccionistas como Guillermo Brown quien se enfrentó al propio Virrey
Abascal. Paita, era presa de terrible temor a tal extremo que los vecinos y
principales se trasladaron a Piura y poblaciones ribereñas del Chira
abandonando el puerto. Los mismos temores se vivían en Tumbes. Los vecinos
leales al rey temían por sus pertenencias. El Virrey dispuso la presencia en
Paita del coronel Juan Antonio Monet con 236 hombres. En 1815 la Junta Superior
de Lima advierte que toda la costa peruana está inundada de piratas protegidos
por los insurgentes de Buenos Aires. Por este motivo se prohibió el fondeo en
puerto de los balleneros ingleses y norteamericanos.
La víspera de la libertad es
tiempo de espionaje. En 1818 José Fernández Paredes, bautizado como “Casio”
espía del General san Martín daba cuenta que la población del norte del Perú y
en especial la de San Miguel de Piura estaba mayoritariamente decidida por la
causa de la libertad y era el momento, preciso. Piura se conmocionó cuando un
domingo de septiembre en la puerta de la Catedral se fijó un pasquín con
propaganda subversiva de Santa Fe.
De este hecho se
responsabilizó al cura de Amotape José Mercedes Espinoza. Por este motivo el 29
de abril de 1819 el Obispo de Trujillo dispuso al vicario Tomás Diéguez recoja
todos los libelos insidiosos que circulen por la diócesis. Audaz al extremo fue
el cura de Cumbicus don Eusebio Carnero que conforme a las disposiciones del
Rey y la constitución repartió las tierras sobrantes entre los indios y
suprimió la pena de azotes. Periódicos insurgentes como “El Español
Constitucional” circulaban en Piura.
La incursión de Cochrane en
1819
El 13 de abril 1819 Cochrane
incursionó en Paita y la abandonó el 18 después de saquearlo totalmente y con
rico botín a bordo. Días después fue saqueada Sechura. Motines se producen en
Catacaos, Chalaco. En diciembre de 1820 los hacendados de Piura se negaron a
pagar alcabalas argumentando que sus mercancías tenían que transportarse por
tierra hasta Lima. En Piura también se recibió el breve apostólico “Etsi Longissimo Terrarum” del
Papa Pio V que amonestaba a los obispos la fidelidad y obediencia debida al rey
de España.
En 1820 el Partido de Piura
debido vivía una verdadera conmoción política. El intenso tráfico comercial con
la independizada provincia de Guayaquil, el intercambio con Loja y Cuenca por
el Macará, y el comercio de arrieraje con Lambayeque vivía, provocó un genuino
contagio de fervor revolucionario e independentista.
Tras esta afirmación
separatista hay en el pueblo una viva esperanza en una vida mejor. Sostiene
José Agustín de la Puente y Candamo, “que no se puede entender a la
Independencia, sino se atiende primero a la circunstancia de incertidumbre, de
gran vacilación, de grandes transformaciones y cambios que se opera en el mundo
occidental y en el Perú a finales del XVIII y advenimiento del XIX.”
Las familias patriotas de
Piura
Advierte Leguía y Martínez : entre
los piuranos terratenientes, había espíritus patriotas prueba de ello es la
adhesión de los León, los Cortés, los Carrasco, los Seminario, los Raygada y
los Frías. Entre los Seminario don Jerónimo, entre los León José María y Pedro,
alcalde y subdelegado del Partido por ausencia del comandante militar de la
plaza don José Valdez, entre los Cortés don Tomás el ciego patriota y entre los
Carrasco don Juan José, cuyo domicilio, era un centro de conspiración. Junto a
estos precursores mostraron pública adhesión a la causa liberal los trujillanos
Manuel Diéguez, don Tomás Diéguez, Cura de Catacaos y Vicario de Piura más
tarde obispo de Trujillo, los alcaldes de primera y segunda nominación, don
José de Lama y don Nazario García, el síndico procurador don José Manuel López,
el futuro coronel don Francisco Vargas Machuca, don Pedro José Torres, el
comerciante español Manuel Rejón, el pudiente y próspero comerciante don Manuel
Rodríguez, el administrador de correos don Manuel Valle y el amanuense de éste
don José María Arellano, cuya relación da cuenta pormenorizada de los
acontecimientos de Piura.
Los entusiastas jóvenes
paiteños: Eugenio, Buenaventura y José María Raygada este último, comandante
militar de Sechura, secundaron inmediatamente el movimiento separatista. Los
artesanos como el maestro carpintero don José Antonio Vilela y el zapatero
Mariano Mendiburo con su audacia y resolución consumaron con firmeza el
pronunciamiento.
Era comandante militar de
Piura don José Valdez, comandaba la fuerza militar en la costa norte don
Vicente González, que en aquel entonces operaba en Azuay y Loja. El coronel
José María Casariego, venido al Perú en 1812 estaba al mando del famoso
regimiento Talavera. Casariego, comandaba una fuerza de 600 hombres engrosada
en el Partido de Piura, el coronel don Joaquín Germán, era comandante de un
escuadrón de Cazadores cuya mitad se encontraba en Lambayeque. Los nobles ricos
de Piura y realistas poderosos eran encabezados por el marqués de Salinas don
Francisco Javier de Paredes Noriega y Domínguez quien presidía las milicias
lugareñas y se comprometió con su amigo Valdez a liquidar todo movimiento a
favor de la libertad. Pero la semilla había germinado en lenta maduración y
ahora daba frutos.
Los carolinos secundaron la
propagación de las proclamas
En Sullana entre los patriotas
está Ignacio Sandoval. En Piura había una buena legión de “carolinos”
discípulos de Rodríguez de Mendoza y Sánchez Carrión. Piuranos de inteligencias
luminosas y corazones volcánicos por la causa de la independencia. Los piuranos,
dice Lecuanda: “son muy hábiles y laboriosos, pero tenaces en la defensa de sus
fueros: para ello les presta materia la suma afición que tienen al ejercicio de
papeles, habiendo producido este país insignes juristas”. En Piura, existía una
animosidad favorable y las noticias de la presencia de la escuadra de Cochrane
anunciando la expedición del General San Martín eran noticia que se repetía en
el mercado y la plaza.
Pero veamos lo que sucedió en
Piura. Los pliegos enviados por el marques intendente de Trujillo fueron
traídos a Piura por don Luis Ugarte. Según las crónicas los pliegos fueron
recibidos a las 10.00 de la mañana del día 3 y fueron entregados inmediatamente
al administrador de correos, Manuel del Valle. Inmediatamente se constituyó en
casa del alcalde de la ciudad, subdelegado accidental don Pedro León. El
amanuense Arellano, por su parte envió la correspondencia que Ugarte traía
también para Germán Casariego y la dirigida hacia Sullana para el coronel José
Valdez subdelegado propietario de la jurisdicción.
El alcalde convocó
inmediatamente a una reunión popular, Casariego desesperado intentó detener la
distribución de los pliegos acudiendo al Cuartel El Carmen en donde extrajo las
únicas cuatro piezas de artillería y la colocó en las bocacalles de El cuerno y
Real con el propósito de amilanar a los piuranos. Mientras tanto en casa del
doctor Juan José Carrasco, miembro del ayuntamiento, se invitó a Casariego quien
concurrió “aparentando sentimientos de concordia”.
Fue en esas circunstancias en
las que don Manuel Diéguez pronunció estas frases tan altivas como esta: “Puede
usted, señor coronel, con sus fusiles y cañones, reducir la población a polvo o
cenizas; pero, con ello no ganaría usted la mínima gloria, y antes bien se
cubrirá de ignominia eterna, sepa que, de todas partes, del infierno mismo,
brotarán legiones vengadoras de la sangre de unos ciudadanos, como los de
Piura, pacíficos e indefensos”.
Vecinos se congregaron en
Convento de San Francisco
Pasadas las 10.00 de la noche
se colocaron carteles en las esquinas, en la que se convocaba a reunión, para
el día siguiente 4 de enero a las 8.00 de la mañana en el convento supreso de
San Francisco. En esta cita solemne se daría lectura pública a los pliegos de
Torres Tagle. Con este propósito el vicario Diéguez, ofreció toque de rogativa
en todos los templos de la ciudad. Para mover a los jóvenes se comisionó a
Eugenio y Buenaventura Raygada, a José María Arellano, José Manuel López a
quienes se sumaron el sargento primero de milicias José Antonio Vilela para
persuadir a las tropas.
A las 12.00 todos los vecinos
y población sen encontraban en San Francisco. No surtieron efecto los gritos de
amenaza, castigo y exaltación. En la cita están presentes Germán y Casariego.
El alcalde Pedro León consulta a viva voz cómo debe abrirse el pliego.
Casariego toma la palabra y dice, en tono desdeñoso, veamos qué es lo que
quiere ese Marqués y discutamos que le debemos responder. Diéguez intervino
para decir que en esta cita faltan los miembros de la tropa, que también son
ciudadanos y que deben venir desarmados a la convocatoria. El pedido es coreado
por los concurrentes. La población entusiasmada pide que vengan inmediatamente.
Finalmente, Casariego
arrinconado se queda solo y se designan emisarios para que se dirijan a los
cuarteles. Para el Carmen, el Marqués de Salinas, don Francisco Javier
Fernández de Paredes, para el Cabildo don Miguel Jerónimo Seminario Jaime. La
asamblea atenta espera el resultado. Se viven momentos de tensión. Entre vivas
patrióticas hacen su ingreso los pelotones de soldados desarmados. Los recién
venidos uniformados sonríen frente a las aclamaciones. En esos momentos de
tensión y ánimos exaltados los soldados se confunden con la multitud y
fraternizan al grito de ¡Viva la libertad!
Casariego y Germán, previendo
el desenlace, abandonan el lugar pero son detenidos por el artesano Mariano
Mendiburo quien grita enérgicamente: ¡Que no salgan! ¡Que no salgan! A viva voz
repetía la asamblea. Los realistas quedan como rehenes bajo la custodia del
pueblo. La decisión unánime es la de que el pueblo haga guardia en los
cuarteles. Al cuartel del Cabildo se envía a Miguel Jerónimo Seminario y Jaime
y al ex delegado José Merino y para el cuartel El Carmen , al Síndico
procurador José Manuel López, a Buenaventura Raygada y a Tomás Arellano. El
entusiasta fervor patriótico exige la lectura de los pliegos, lo que en efecto
realiza Pedro León, la proclama de Torre Tagle invoca a los piuranos imitar el
ejemplo de Trujillo. El silencio es hondo. Diéguez toma la palabra e incita el
entusiasmo cívico finalmente se escuchan los gritos de ¡Viva la libertad! ¡Viva
la independencia!. Las campanas de San Francisco frenéticas dan cuenta del
unánime acuerdo.
Miguel Jerónimo Seminario
comandante militar patriota
En este momento de fervor se
produce una circunstancia infortunada. El Marqués de Salinas Don Francisco
Javier Fernández de Paredes introduce entre el gentío al platero Francisco
Madrid y al barbero Bauzá, que en estado de ebriedad y a boca de jarro profieren
gritos diciendo que morirán por el Rey. Alegando que habiendo opiniones
divididas no hay acuerdo. Finalmente fueron acallados por el gentío que hizo
escarnio con ellos. Fernández de Paredes fue padre de don Teodoro de los Santos
Fernández de Paredes, muerto en Frías a los 21 años y en cuya memoria edificó
con su peculio el Cementerio San Teodoro que fue estrenado el 28 de enero 1838.
¡El pueblo ya decidió! se
escuchó al unísono. Todo el gentío se dirige al Cabildo para estampar su firma
en el acta patriótica. Todos juran la libertad. Inmediatamente se eligen a las
nuevas autoridades. Se designa gobernador a Manuel Diéguez y comandante militar
de la plaza a Miguel Jerónimo Seminario y Jaime. Se elige a José de Lama y
Nazario García como alcaldes para acompañar a Diéguez cuya renuncia no es
aceptada quedando así conformada la primera Junta de Gobierno de Piura libre. A
las tres de tarde Piura vive su fervor cívico. El personaje del momento es don
Miguel Jerónimo Seminario y Jaime que demostró energía y civismo en el
sometimiento de la guardia de la cárcel y el cuartel. Fue una jornada cívica
impecable y sin derramamiento de sangre y la propia lealtad de las autoridades
realistas fue respetada sin el menor ultraje.
Horas más tarde, el cabo,
Macario Gómez, en estado de ebriedad, atacó con bayoneta al patriota Tomás
Arellano, primer centinela puesto por la patria, hiriéndolo. El hecho exaltó al
pueblo. El 5 de enero de 1821 la Junta Gubernativa elegida por el pueblo,
expidió un bando, fijando el 6 del mismo mes para la solemne jura de la
libertad y la independencia. El día 6 hubo salva de 21 cañonazos, solemne Misa
de gracias en la que el pueblo de Piura dio vivas demostraciones de civismo, de
cultura y de patriotismo. Piura se adhirió a la causa de la libertad.
Este acto cívico no es una
ceremonia ritual para los piuranos. Es la conmemoración de la voluntad soberana
de nuestros antepasados que en su momento entendieron que la libertad es un don
precioso que hay que preservar. La
libertad, soporte de la democracia nos obliga a construir una Piura de
progreso, en donde los niños, los jóvenes y sus madres sean fuente viva de
inspiración de las más importantes decisiones del cabildo. Son enormes los
desafíos y hoy mismo estamos escribiendo una página de la historia. Señor
Alcalde, Señores Regidores, distinguidas autoridades aquí presentes atiendan
siempre el clamor del pueblo, la voz del pueblo es la voz de Dios, fuente de
justicia y de genuina libertad. ¡Viva Piura! ¡Viva el Perú!
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