lunes, 9 de enero de 2023

DISCURSO CONMEMORATIVO DEL BICENTÉSIMO SEGUNDO ANIVERSARIO DEL GRITO LIBERTARIO DE PIURA

Por: Miguel Godos Curay

Universidad Nacional de Piura

MIguel Gerónimo Seminario y Jaime


Piura, es el único rincón del Perú en donde el sol nunca se devalúa, porque hay sol todo el año, la chicha nunca se evapora y la amistad nunca se extingue. Un pueblo que se nutre de su pasado es un pueblo que tiene futuro. Y es un pueblo que asume con tenacidad su presente. Piura es Grau el epónimo almirante, pero también la retina encandilada de Merino, el sentido pleno de la justicia en un tribuno como Ignacio Escudero, una apuesta por la educación en Luciano Castillo, el socialista confeso que creó su universidad y el martirio en Paredes Maceda y Ramos Plata. Piura galvanizada contra los diluvios. Tus hijos, tus churres, tus jóvenes, tus mujeres, tus ancianos evocan hoy el Bicentésimo segundo aniversario de la Independencia de San Miguel de Piura.

Piura en el momento previo a la independencia tiene 44,497 habitantes, distribuidos en 23 poblaciones, grandes y pequeñas, tiene 58 haciendas de magnitud feudal. La mayor parte de la población es india y mestiza a los que se suman pardos libres de las vegas de Morropón, Tangarará, la Chira, y el Arenal que superan al número de criollos. San Miguel del Villar de Piura tiene 7,203  pobladores entre  españoles afincados desde la conquista, mestizos e indios de la Parroquia de San Sebastián.

El 4 de junio de 1812 los indígenas de Huarmaca encabezados por el oficial y alcalde de españoles de Huancabamba Silvestre Adrianzén y Francisco García iniciaron una protesta oponiéndose al pago del diezmo y la gruesa. A esta demanda se adhirieron los pueblos de Huancabamba, Sóndor, Sondorillo y los pueblos aledaños. El 9 de noviembre de 1812 las cortes de España abolieron las mitas y servicios personales de los indios. La medida fue interpretada como un acto de justicia acatándose sin reparos lo que dejó malparadas a las autoridades españolas locales.

A fines del siglo XVIII según el informe de Lecuanda tiene 44,497 habitantes distribuidos en 23 poblaciones de su vasto territorio. Existían 58 haciendas de magnitud feudal, algunos poblados a lo largo de los caminos para aprovisionar a los trajinantes. La población mayoritaria era india y mestiza a la que sumaban  pardos libres y mulatos en las vegas de Morropón. San Miguel del Villar de Piura tenía 7.203 habitantes entre  sus vecinos había españoles afincados desde los tiempos de la conquista y numerosos indios de la parroquia de San Sebastián al sur de la ciudad.

La economía de la Intendencia se sostenía  con el comercio del algodón, pescado seco salado provisto por Colán y Sechura. También  la venta de mulas para  los arrieros consideradas las más finas del Perú. No faltaban los hatos de cabras que también abastecían de sebo a las jabonerías, apreciada era la brea de Amotape para el calafateo de los navíos. También se comerciaba quina procedente de Huancabamba y Loja que era apreciada contra el paludismo y sogas, drizas y cabuyas de confección artesanal.

La Constitución de Cádiz se acató en Piura

El 31 de diciembre de 1812 José Mechato, Cacique de Catacaos, juró la Constitución de Cádiz. La constitución gaditana consideraba no sólo españoles a los nacidos en la península sino también a los nacidos en América incluyendo a los indios. Esta extensión de la nacionalidad sin distingos en una sociedad estamental, con castas y clases fue interpretada como un terremoto social. Para muchos el comienzo del fin.

Entre 1817 a 1820, la franja litoral de Piura, perdió su tranquilidad por la incursión y acoso de insurreccionistas como Guillermo Brown quien se enfrentó al propio Virrey Abascal. Paita, era presa de terrible temor a tal extremo que los vecinos y principales se trasladaron a Piura y poblaciones ribereñas del Chira abandonando el puerto. Los mismos temores se vivían en Tumbes. Los vecinos leales al rey temían por sus pertenencias. El Virrey dispuso la presencia en Paita del coronel Juan Antonio Monet con 236 hombres. En 1815 la Junta Superior de Lima advierte que toda la costa peruana está inundada de piratas protegidos por los insurgentes de Buenos Aires. Por este motivo se prohibió el fondeo en puerto de los balleneros ingleses y norteamericanos.

La víspera de la libertad es tiempo de espionaje. En 1818 José Fernández Paredes, bautizado como “Casio” espía del General san Martín daba cuenta que la población del norte del Perú y en especial la de San Miguel de Piura estaba mayoritariamente decidida por la causa de la libertad y era el momento, preciso. Piura se conmocionó cuando un domingo de septiembre en la puerta de la Catedral se fijó un pasquín con propaganda subversiva de Santa Fe.

De este hecho se responsabilizó al cura de Amotape José Mercedes Espinoza. Por este motivo el 29 de abril de 1819 el Obispo de Trujillo dispuso al vicario Tomás Diéguez recoja todos los libelos insidiosos que circulen por la diócesis. Audaz al extremo fue el cura de Cumbicus don Eusebio Carnero que conforme a las disposiciones del Rey y la constitución repartió las tierras sobrantes entre los indios y suprimió la pena de azotes. Periódicos insurgentes como “El Español Constitucional” circulaban en Piura.

La incursión de Cochrane en 1819

El 13 de abril 1819 Cochrane incursionó en Paita y la abandonó el 18 después de saquearlo totalmente y con rico botín a bordo. Días después fue saqueada Sechura. Motines se producen en Catacaos, Chalaco. En diciembre de 1820 los hacendados de Piura se negaron a pagar alcabalas argumentando que sus mercancías tenían que transportarse por tierra hasta Lima. En Piura también se recibió el breve  apostólico “Etsi Longissimo Terrarum” del Papa Pio V que amonestaba a los obispos la fidelidad y obediencia debida al rey de España.

En 1820 el Partido de Piura debido vivía una verdadera conmoción política. El intenso tráfico comercial con la independizada provincia de Guayaquil, el intercambio con Loja y Cuenca por el Macará, y el comercio de arrieraje con Lambayeque vivía, provocó un genuino contagio de fervor revolucionario e independentista.

Tras esta afirmación separatista hay en el pueblo una viva esperanza en una vida mejor. Sostiene José Agustín de la Puente y Candamo, “que no se puede entender a la Independencia, sino se atiende primero a la circunstancia de incertidumbre, de gran vacilación, de grandes transformaciones y cambios que se opera en el mundo occidental y en el Perú a finales del XVIII y advenimiento del XIX.”

Las familias patriotas de Piura

Advierte Leguía y Martínez : entre los piuranos terratenientes, había espíritus patriotas prueba de ello es la adhesión de los León, los Cortés, los Carrasco, los Seminario, los Raygada y los Frías. Entre los Seminario don Jerónimo, entre los León José María y Pedro, alcalde y subdelegado del Partido por ausencia del comandante militar de la plaza don José Valdez, entre los Cortés don Tomás el ciego patriota y entre los Carrasco don Juan José, cuyo domicilio, era un centro de conspiración. Junto a estos precursores mostraron pública adhesión a la causa liberal los trujillanos Manuel Diéguez, don Tomás Diéguez, Cura de Catacaos y Vicario de Piura más tarde obispo de Trujillo, los alcaldes de primera y segunda nominación, don José de Lama y don Nazario García, el síndico procurador don José Manuel López, el futuro coronel don Francisco Vargas Machuca, don Pedro José Torres, el comerciante español Manuel Rejón, el pudiente y próspero comerciante don Manuel Rodríguez, el administrador de correos don Manuel Valle y el amanuense de éste don José María Arellano, cuya relación da cuenta pormenorizada de los acontecimientos de Piura.

Los entusiastas jóvenes paiteños: Eugenio, Buenaventura y José María Raygada este último, comandante militar de Sechura, secundaron inmediatamente el movimiento separatista. Los artesanos como el maestro carpintero don José Antonio Vilela y el zapatero Mariano Mendiburo con su audacia y resolución consumaron con firmeza el pronunciamiento.

Era comandante militar de Piura don José Valdez, comandaba la fuerza militar en la costa norte don Vicente González, que en aquel entonces operaba en Azuay y Loja. El coronel José María Casariego, venido al Perú en 1812 estaba al mando del famoso regimiento Talavera. Casariego, comandaba una fuerza de 600 hombres engrosada en el Partido de Piura, el coronel don Joaquín Germán, era comandante de un escuadrón de Cazadores cuya mitad se encontraba en Lambayeque. Los nobles ricos de Piura y realistas poderosos eran encabezados por el marqués de Salinas don Francisco Javier de Paredes Noriega y Domínguez quien presidía las milicias lugareñas y se comprometió con su amigo Valdez a liquidar todo movimiento a favor de la libertad. Pero la semilla había germinado en lenta maduración y ahora daba frutos.

Los carolinos secundaron la propagación de las proclamas

En Sullana entre los patriotas está Ignacio Sandoval. En Piura había una buena legión de “carolinos” discípulos de Rodríguez de Mendoza y Sánchez Carrión. Piuranos de inteligencias luminosas y corazones volcánicos por la causa de la independencia. Los piuranos, dice Lecuanda: “son muy hábiles y laboriosos, pero tenaces en la defensa de sus fueros: para ello les presta materia la suma afición que tienen al ejercicio de papeles, habiendo producido este país insignes juristas”. En Piura, existía una animosidad favorable y las noticias de la presencia de la escuadra de Cochrane anunciando la expedición del General San Martín eran noticia que se repetía en el mercado y la plaza.

Pero veamos lo que sucedió en Piura. Los pliegos enviados por el marques intendente de Trujillo fueron traídos a Piura por don Luis Ugarte. Según las crónicas los pliegos fueron recibidos a las 10.00 de la mañana del día 3 y fueron entregados inmediatamente al administrador de correos, Manuel del Valle. Inmediatamente se constituyó en casa del alcalde de la ciudad, subdelegado accidental don Pedro León. El amanuense Arellano, por su parte envió la correspondencia que Ugarte traía también para Germán Casariego y la dirigida hacia Sullana para el coronel José Valdez subdelegado propietario de la jurisdicción.

El alcalde convocó inmediatamente a una reunión popular, Casariego desesperado intentó detener la distribución de los pliegos acudiendo al Cuartel El Carmen en donde extrajo las únicas cuatro piezas de artillería y la colocó en las bocacalles de El cuerno y Real con el propósito de amilanar a los piuranos. Mientras tanto en casa del doctor Juan José Carrasco, miembro del ayuntamiento, se invitó a Casariego quien concurrió “aparentando sentimientos de concordia”.

Fue en esas circunstancias en las que don Manuel Diéguez pronunció estas frases tan altivas como esta: “Puede usted, señor coronel, con sus fusiles y cañones, reducir la población a polvo o cenizas; pero, con ello no ganaría usted la mínima gloria, y antes bien se cubrirá de ignominia eterna, sepa que, de todas partes, del infierno mismo, brotarán legiones vengadoras de la sangre de unos ciudadanos, como los de Piura, pacíficos e indefensos”.

Vecinos se congregaron en Convento de San Francisco

Pasadas las 10.00 de la noche se colocaron carteles en las esquinas, en la que se convocaba a reunión, para el día siguiente 4 de enero a las 8.00 de la mañana en el convento supreso de San Francisco. En esta cita solemne se daría lectura pública a los pliegos de Torres Tagle. Con este propósito el vicario Diéguez, ofreció toque de rogativa en todos los templos de la ciudad. Para mover a los jóvenes se comisionó a Eugenio y Buenaventura Raygada, a José María Arellano, José Manuel López a quienes se sumaron el sargento primero de milicias José Antonio Vilela para persuadir a las tropas.

A las 12.00 todos los vecinos y población sen encontraban en San Francisco. No surtieron efecto los gritos de amenaza, castigo y exaltación. En la cita están presentes Germán y Casariego. El alcalde Pedro León consulta a viva voz cómo debe abrirse el pliego. Casariego toma la palabra y dice, en tono desdeñoso, veamos qué es lo que quiere ese Marqués y discutamos que le debemos responder. Diéguez intervino para decir que en esta cita faltan los miembros de la tropa, que también son ciudadanos y que deben venir desarmados a la convocatoria. El pedido es coreado por los concurrentes. La población entusiasmada pide que vengan inmediatamente.

Finalmente, Casariego arrinconado se queda solo y se designan emisarios para que se dirijan a los cuarteles. Para el Carmen, el Marqués de Salinas, don Francisco Javier Fernández de Paredes, para el Cabildo don Miguel Jerónimo Seminario Jaime. La asamblea atenta espera el resultado. Se viven momentos de tensión. Entre vivas patrióticas hacen su ingreso los pelotones de soldados desarmados. Los recién venidos uniformados sonríen frente a las aclamaciones. En esos momentos de tensión y ánimos exaltados los soldados se confunden con la multitud y fraternizan al grito de ¡Viva la libertad!

Casariego y Germán, previendo el desenlace, abandonan el lugar pero son detenidos por el artesano Mariano Mendiburo quien grita enérgicamente: ¡Que no salgan! ¡Que no salgan! A viva voz repetía la asamblea. Los realistas quedan como rehenes bajo la custodia del pueblo. La decisión unánime es la de que el pueblo haga guardia en los cuarteles. Al cuartel del Cabildo se envía a Miguel Jerónimo Seminario y Jaime y al ex delegado José Merino y para el cuartel El Carmen , al Síndico procurador José Manuel López, a Buenaventura Raygada y a Tomás Arellano. El entusiasta fervor patriótico exige la lectura de los pliegos, lo que en efecto realiza Pedro León, la proclama de Torre Tagle invoca a los piuranos imitar el ejemplo de Trujillo. El silencio es hondo. Diéguez toma la palabra e incita el entusiasmo cívico finalmente se escuchan los gritos de ¡Viva la libertad! ¡Viva la independencia!. Las campanas de San Francisco frenéticas dan cuenta del unánime acuerdo.

Miguel Jerónimo Seminario comandante militar patriota

En este momento de fervor se produce una circunstancia infortunada. El Marqués de Salinas Don Francisco Javier Fernández de Paredes introduce entre el gentío al platero Francisco Madrid y al barbero Bauzá, que en estado de ebriedad y a boca de jarro profieren gritos diciendo que morirán por el Rey. Alegando que habiendo opiniones divididas no hay acuerdo. Finalmente fueron acallados por el gentío que hizo escarnio con ellos. Fernández de Paredes fue padre de don Teodoro de los Santos Fernández de Paredes, muerto en Frías a los 21 años y en cuya memoria edificó con su peculio el Cementerio San Teodoro que fue estrenado el 28 de enero 1838.

¡El pueblo ya decidió! se escuchó al unísono. Todo el gentío se dirige al Cabildo para estampar su firma en el acta patriótica. Todos juran la libertad. Inmediatamente se eligen a las nuevas autoridades. Se designa gobernador a Manuel Diéguez y comandante militar de la plaza a Miguel Jerónimo Seminario y Jaime. Se elige a José de Lama y Nazario García como alcaldes para acompañar a Diéguez cuya renuncia no es aceptada quedando así conformada la primera Junta de Gobierno de Piura libre. A las tres de tarde Piura vive su fervor cívico. El personaje del momento es don Miguel Jerónimo Seminario y Jaime que demostró energía y civismo en el sometimiento de la guardia de la cárcel y el cuartel. Fue una jornada cívica impecable y sin derramamiento de sangre y la propia lealtad de las autoridades realistas fue respetada sin el menor ultraje.

Horas más tarde, el cabo, Macario Gómez, en estado de ebriedad, atacó con bayoneta al patriota Tomás Arellano, primer centinela puesto por la patria, hiriéndolo. El hecho exaltó al pueblo. El 5 de enero de 1821 la Junta Gubernativa elegida por el pueblo, expidió un bando, fijando el 6 del mismo mes para la solemne jura de la libertad y la independencia. El día 6 hubo salva de 21 cañonazos, solemne Misa de gracias en la que el pueblo de Piura dio vivas demostraciones de civismo, de cultura y de patriotismo. Piura se adhirió a la causa de la libertad.

Este acto cívico no es una ceremonia ritual para los piuranos. Es la conmemoración de la voluntad soberana de nuestros antepasados que en su momento entendieron que la libertad es un don precioso que hay que preservar.  La libertad, soporte de la democracia nos obliga a construir una Piura de progreso, en donde los niños, los jóvenes y sus madres sean fuente viva de inspiración de las más importantes decisiones del cabildo. Son enormes los desafíos y hoy mismo estamos escribiendo una página de la historia. Señor Alcalde, Señores Regidores, distinguidas autoridades aquí presentes atiendan siempre el clamor del pueblo, la voz del pueblo es la voz de Dios, fuente de justicia y de genuina libertad. ¡Viva Piura! ¡Viva el Perú!